Santiago: Introducción

 
Nos inclinamos a pensar que la Epístola de Santiago se lee menos que cualquier otra de las Epístolas. Es una lástima, porque se trata de asuntos de tipo muy práctico. No hay en ella casi nada que pueda llamarse el desarrollo de la doctrina cristiana, pero mucho que inculca la práctica cristiana. Casi podríamos llamarla la Epístola de las obras, del comportamiento cristiano cotidiano. Su dificultad radica en el hecho de que el punto de vista desde el cual está escrita difiere del de todas las otras epístolas. Pero no debemos descuidarlo por ese motivo.
El Santiago que lo escribió no era el hermano de Juan. Fue asesinado por Herodes en los primeros años, como se registra en Hechos 12:2. El autor de la epístola fue el Santiago del que se habla en Hechos 15:13 y 21:18. Pablo lo llama “Jacobo, hermano del Señor” (Gálatas 1:19) en Gálatas 1:19, y lo reconoce como uno de los “pilares” de la Iglesia en Jerusalén en Gálatas 2:9. No parece que haya ido a Judea o Samaria o a los confines de la tierra, sino que haya permanecido en Jerusalén y allí haya alcanzado una posición de gran autoridad.