Reanudamos las “cargas” sobre las naciones vecinas, mientras leemos el capítulo 19. Egipto, que tuvo tanto que ver con Israel y su historia, ahora se presenta ante nosotros. De nuevo notamos la característica tan común en estas profecías: las predicciones pronto pasan de los juicios más inmediatos a los que madurarán al final de la era. La historia nos dice que poco después de los días de Isaías, Egipto cayó de su antiguo estado elevado, y las cosas relatadas en los versículos 1-10 vinieron sobre ellos. Los príncipes de Zoán se hicieron necios, aunque en los días de Moisés, mucho antes de que “la sabiduría de Egipto” fuera muy apreciada.
Sin embargo, en la última parte de este capítulo los términos de la profecía van más allá de todo lo que ha ocurrido en el pasado, y así miran hacia el fin de la era. Esto se corrobora si nos dirigimos a la parte final de Daniel 11, donde “el rey del sur” representa a Egipto, y se nos dice cómo Egipto será invadido y saqueado por “el rey del norte” en los últimos días. En aquellos días “la tierra de Judá será un terror para Egipto”, y esto ciertamente no ha sucedido todavía, aunque puede suceder muy pronto.
De toda esta disciplina, que todavía ha de caer sobre la tierra de Egipto, vendrá algún bien espiritual. En el pasado, Egipto ha estado bien lleno de altares a sus falsos dioses y de pilares erigidos en honor de sus reyes despóticos. Va a tener un altar al Señor en medio de ella y una columna al Señor en su borde. No muchos de ninguno de los dos, sino uno solo, porque para entonces reconocerán al único Dios verdadero. Aunque los hiera por sus pecados, los sanará y les enviará un libertador. Al fin Egipto conocerá y rendirá homenaje a Jehová.
Los tres versículos finales de este capítulo son una profecía notable, porque Asiria, el rey del norte, de Daniel 11, fue el gran opresor de Israel en los días de su reino, así como Egipto fue el opresor en los días de su servidumbre temprana. En los últimos días toda enemistad será desterrada. Una autopista con libre comunicación se extenderá entre ellos, e Israel estará en el centro. Egipto será bendecido como “Mi pueblo”; Asiria como “la obra de mis manos”; Israel reconocido como “Mi heredad”. Ser la herencia de Jehová es algo más grande que ser Su pueblo o Su obra, sin embargo, todo aquí está conectado con el propósito de Dios para la bendición terrestre. Lo que se dice no se eleva a la altura de Efesios 1:18, o Colosenses 1:12, sin embargo, aumenta nuestro sentido de la misericordia de Dios cuando notamos que finalmente Él actuará en bendición para ambos pueblos, que han sido en el pasado, y aún serán, enemigos inveterados de Israel.
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