“Y vino un hombre de Baal-shalishah, y trajo al hombre de Dios pan de las primicias, veinte panes de cebada y mazorcas frescas de maíz en su saco”.
Un nuevo medio de sustento, más completo que el anterior, es llevado a los hijos de los profetas que están reunidos alrededor de Eliseo en Gilgal. En primer lugar hay veinte panes de cebada, un alimento pobre, que representa como en el sueño del madianita (Jueces 7), a Cristo en su humillación; luego espigas de grano, primicias reunidas en la tierra de Canaán, un tipo de Cristo en resurrección, el grano que Israel mucho antes había probado en el mismo lugar después de haber cruzado el Jordán. Así, el remanente profético gradualmente llegará a conocer, con juicio propio, todos los recursos que posee en Cristo. Estos recursos les serán dispensados por el Señor, estando con ellos en espíritu. Él alimentará a sus pobres con pan, como lo hizo durante su estadía en la tierra. Él hará que la débil comprensión de que se han vuelto fructíferos. “Dale a la gente que puedan comer”. Estas son las mismas palabras que Eliseo había pronunciado antes en relación con la olla que se había vuelto saludable. Ya no se les ocurre la idea de agregar su propio trabajo a este alimento, porque está completo. Ellos “lo dejaron, según la palabra de Jehová”, al igual que los cinco mil hombres en el tiempo de Jesús. ¿Qué les faltaría de ahora en adelante?
Todo este capítulo nos muestra la manera por la cual los creyentes del remanente serán guiados, bajo la dirección del Espíritu Santo. Serán conducidos desde el conocimiento del trabajo del alma de Cristo para revivirlos (a través del juicio propio y su experiencia de hacer de su propia incapacidad para el bien por la cual toda su actividad está marcada), a la satisfacción de todas sus necesidades. Ellos serán guiados hasta el conocimiento de Cristo el Hombre, trayendo vida santa en medio de la muerte, y por su apreciación de un Cristo en humillación, luego en resurrección, Él se convierte en su abundante provisión. Ellos “lo dejaron, según la palabra de Jehová”. Otros también podrían alimentarse de él; Esta comida se ofrece en gracia a todos.
Así hemos estado presentes, en este capítulo, en los milagros de la era venidera, y esto no sin encontrar en ellos una fuente de bendición para nosotros mismos. En 2 Reyes 2 hemos encontrado, en la persona de Elías, el Espíritu de Cristo enviado en gracia al remanente; en 2 Reyes 3 el Espíritu de Cristo rechazando a Israel para tomar en cuenta sólo a Judá, y sin embargo actuando en gracia hacia todos; finalmente, en 2 Reyes 4, los recursos del Espíritu de Cristo se extienden para aquellos que son fieles entre el pueblo, luego para los hijos de los profetas que pasan por todas las fases de una tribulación en la que su fe se ejerce profundamente.
¡Qué edad era esa! ¡Qué edad tenemos! ¡Qué edad será la del fin de los tiempos! Pero en todas las épocas el Señor tiene un remanente que ama, sostiene, se regocija y nutre; a Sus ojos la verdadera sal de la tierra.