Is. 5:1‑7• 1Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado á su viña. Tenía mi amado una viña en un recuesto, lugar fértil.
2Habíala cercado, y despedregádola, y plantádola de vides escogidas: había edificado en medio de ella una torre, y también asentado un lagar en ella: y esperaba que llevase uvas, y llevó uvas silvestres.
3Ahora pues, vecinos de Jerusalem y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña.
4¿Qué más se había de hacer á mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que llevase uvas, ha llevado uvas silvestres?
5Os mostraré pues ahora lo que haré yo á mi viña: Quitaréle su vallado, y será para ser consumida; aportillaré su cerca, y será para ser hollada;
6Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerá el cardo y las espinas: y aun á las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella.
7Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta suya deleitosa. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor. (Is. 5:1‑7)
Is. 28:24‑29• 24El que ara para sembrar, ¿arará todo el día; romperá y quebrará los terrones de la tierra?
25Después que hubiere igualado su superficie, ¿no derramará la neguilla, sembrará el comino, pondrá el trigo por su orden, y la cebada en su señal, y la avena en su término?
26Porque su Dios le instruye, y le enseña á juicio.
27Que la neguilla no se trillará con trillo, ni sobre el comino rodará rueda de carreta; sino que con un palo se sacude la neguilla, y el comino con una vara.
28El pan se trilla; mas no siempre lo trillará, ni lo comprimirá con la rueda de su carreta, ni lo quebrantará con los dientes de su trillo.
29También esto salió de Jehová de los ejércitos, para hacer maravilloso el consejo y engrandecer la sabiduría. (Is. 28:24‑29)
Is. 61:3,5,11• 3A ordenar á Sión á los enlutados, para darles gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar del luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.
5Y estarán extranjeros, y apacentarán vuestras ovejas, y los extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores.
11Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su simiente, así el Señor Jehová hará brotar justicia y alabanza delante de todas las gentes. (Is. 61:3,5,11)
Mt. 13:3‑9,18‑30,36‑42• 3Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí el que sembraba salió á sembrar.
4Y sembrando, parte de la simiente cayó junto al camino; y vinieron las aves, y la comieron.
5Y parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y nació luego, porque no tenía profundidad de tierra:
6Mas en saliendo el sol, se quemó; y secóse, porque no tenía raíz.
7Y parte cayó en espinas; y las espinas crecieron, y la ahogaron.
8Y parte cayó en buena tierra, y dió fruto, cuál a ciento, cuál á sesenta, y cuál á treinta.
9Quien tiene oídos para oir, oiga.
18Oid, pues, vosotros la parábola del que siembra:
19Oyendo cualquiera la palabra del reino, y no entendiéndola, viene el malo, y arrebata lo que fué sembrado en su corazón: éste es el que fué sembrado junto al camino.
20Y el que fué sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y luego la recibe con gozo.
21Mas no tiene raíz en sí, antes es temporal que venida la aflicción ó la persecución por la palabra, luego se ofende.
22Y el que fué sembrado en espinas, éste es el que oye la palabra; pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas, ahogan la palabra, y hácese infructuosa.
23Mas el que fué sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y el que lleva fruto: y lleva uno á ciento, y otro á sesenta, y otro á treinta.
24Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante al hombre que siembra buena simiente en su campo:
25Mas durmiendo los hombres, vino su enemigo, y sembró cizaña entre el trigo, y se fué.
26Y como la hierba salió é hizo fruto, entonces apareció también la cizaña.
27Y llegándose los siervos del padre de la familia, le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente en tu campo? ¿de dónde, pues, tiene cizaña?
28Y él les dijo: Un hombre enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿ Quieres, pues, que vayamos y la cojamos?
29Y él dijo: No; porque cogiendo la cizaña, no arranquéis también con ella el trigo.
30Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré á los segadores: Coged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; mas recoged el trigo en mi alfolí.
36Entonces, despedidas las gentes, Jesús se vino á casa; y llegándose á él sus discípulos, le dijeron: Decláranos la parábola de la cizaña del campo.
37Y respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena simiente es el Hijo del hombre;
38Y el campo es el mundo; y la buena simiente son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo;
39Y el enemigo que la sembró, es el diablo; y la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
40De manera que como es cogida la cizaña, y quemada al fuego, así será en el fin de este siglo.
41Enviará el Hijo del hombre sus ángeles, y cogerán de su reino todos los escándalos, y los que hacen iniquidad,
42Y los echarán en el horno de fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes. (Mt. 13:3‑9,18‑30,36‑42)
Mt. 20:1‑14• 1Porque el reino de los cielos es semejante á un hombre, padre de familia, que salió por la mañana á ajustar obreros para su viña.
2Y habiéndose concertado con los obreros en un denario al día, los envió á su viña.
3Y saliendo cerca de la hora de las tres, vió otros que estaban en la plaza ociosos;
4Y les dijo: Id también vosotros á mi viña, y os daré lo que fuere justo. Y ellos fueron.
5Salió otra vez cerca de las horas sexta y nona, é hizo lo mismo.
6Y saliendo cerca de la hora undécima, halló otros que estaban ociosos; y díceles: ¿Por qué estáis aquí todo el día ociosos?
7Dícenle: Porque nadie nos ha ajustado. Díceles: Id también vosotros á la viña, y recibiréis lo que fuere justo.
8Y cuando fué la tarde del día, el señor de la viña dijo á su mayordomo: Llama á los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros.
9Y viniendo los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.
10Y viniendo también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario.
11Y tomándolo, murmuraban contra el padre de la familia,
12Diciendo: Estos postreros sólo han trabajado una hora, y los has hecho iguales á nosotros, que hemos llevado la carga y el calor del día.
13Y él respondiendo, dijo á uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no te concertaste conmigo por un denario?
14Toma lo que es tuyo, y vete; mas quiero dar á este postrero, como á ti. (Mt. 20:1‑14)
Mt. 21:23‑44• 23Y como vino al templo, llegáronse á él cuando estaba enseñando, los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo, diciendo. ¿Con qué autoridad haces esto? ¿y quién te dió esta autoridad?
24Y respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os preguntaré una palabra, la cual si me dijereis, también yo os diré con qué autoridad hago esto.
25El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿del cielo, ó de los hombres? Ellos entonces pensaron entre sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué pues no le creísteis?
26Y si dijéremos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen á Juan por profeta.
27Y respondiendo á Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Ni yo os digo con qué autoridad hago esto.
28Mas, ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegando al primero, le dijo: Hijo, ve hoy á trabajar en mi viña.
29Y respondiendo él, dijo: No quiero; mas después, arrepentido, fué.
30Y llegando al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Yo, señor, voy. Y no fué.
31¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dicen ellos: El primero. Díceles Jesús: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras os van delante al reino de Dios.
32Porque vino á vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; y los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.
33Oíd otra parábola: Fué un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña; y la cercó de vallado, y cavó en ella un lagar, y edificó una torre, y la dió á renta á labradores, y se partió lejos.
34Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos á los labradores, para que recibiesen sus frutos.
35Mas los labradores, tomando á los siervos, al uno hirieron, y al otro mataron, y al otro apedrearon.
36Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; é hicieron con ellos de la misma manera.
37Y á la postre les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto á mi hijo.
38Mas los labradores, viendo al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y tomemos su heredad.
39Y tomado, le echaron fuera de la viña, y le mataron.
40Pues cuando viniere el señor de la viña, ¿qué hará á aquellos labradores?
41Dícenle: á los malos destruirá miserablemente, y su viña dará á renta á otros labradores, que le paguen el fruto á sus tiempos.
42Díceles Jesús: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los que edificaban, Esta fué hecha por cabeza de esquina: Por el Señor es hecho esto, Y es cosa maravillosa en nuestros ojos?
43Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado á gente que haga los frutos de él.
44Y el que cayere sobre esta piedra, será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará. (Mt. 21:23‑44)
Mr. 4:26‑29• 26Decía más: Así es el reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la tierra;
27Y duerme, y se levanta de noche y de día, y la simiente brota y crece como él no sabe.
28Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga;
29Y cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la siega es llegada. (Mr. 4:26‑29)
Jn. 15:1‑8• 1Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
2Todo pámpano que en mí no lleva fruto, le quitará: y todo aquel que lleva fruto, le limpiará, para que lleve más fruto.
3Ya vosotros sois limpios por la palabra que os he hablado.
4Estad en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto de sí mismo, si no estuviere en la vid; así ni vosotros, si no estuviereis en mí.
5Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.
6El que en mí no estuviere, será echado fuera como mal pámpano, y se secará; y los cogen, y los echan en el fuego, y arden.
7Si estuviereis en mí, y mis palabras estuvieren en vosotros, pedid todo lo que quisiereis, y os será hecho.
8En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. (Jn. 15:1‑8)