Capítulo Cinco

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Sin duda esta cita es cierta: "No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles" (Hebreos 13:2). Bach Filina y los de su casa lo experimentaron. Era justamente como si la bendición se hubiera trasladado a ellos justamente con Palko Lesina. Todos tenían éxito en todo lo que emprendieron. El niño estaba dispuesto a ayudarles en todo lugar, y puso en orden la casa como nunca había estado antes.
—Pues, el Señor Jesús vive aquí—Palko explicó dulcemente—. Él está aquí, y nosotros no sabemos cuándo viene y dónde quiere sentarse. No tendríamos ningún lugar en donde recibirlo.
Esteban le enserió como jugar la bocina del pastor y el jugó en ella canticos bellos de la Navidad, de manera que las montañas resonaban con la melodía. Cuando Palko jugaba a la pillapilla o al tacto del ciego con los niños, era el más alegre de todos. Pero en cuanto le invitaban a leer de su precioso Libro, obedecía en seguida y se sentaba entre ellos, como una vez hacia su Señor entre los sabios ancianos de Jerusalén. Sobre Pedrico especialmente tenía una buena influencia. Pedrico muchas veces era obstinado y desobediente, de modo que Bach tenla que castigarlo.
que hay necesidad de enojar al Tío Filina? Sólo cuéntaselo al Señor Jesús cuando el diablo le esté tentando, y Él te librará, Él te ayudará—le aconsejó Palko.
Ondreco llegó a ser más callado y pensativo. Le gustaba mucho las conversaciones con Palko. Lo creía todo, aun el hecho de que el Señor Jesús estaba presente constantemente. Por eso es necesario estar siempre lavado y limpio y vestido decentemente, y también es necesario que uno le dé su corazón al Señor Jesús cuando Él lo quiere, y Él toma el corazón y lo purifica. Antes que Palko pudiera darse cuenta de lo que pasó, el Señor Jesús tuvo un siervo más. Y así se cumplió Su Santa Palabra; "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños" (Mateo 11:25).
Nadie puede enterarse de cómo sucede; pasa el entendimiento humano, como la oruga en el capullo seco recibe una nueva vida con la llegada de la primavera. Antes que llegaran a la parte del precioso Libro donde empieza a contar de los sufrimientos y por fin la muerte del Señor Jesús, Ondreco sintió en el corazón que todo sucedió por el también. No podía explicarlo exactamente, y nadie lo exigía explicarlo, pero lo sabía en el corazón.
Una vez, cuando file con Palko a su choza, oró que el Señor Jesús le perdonara todo y le pidió entrar en su corazón. Ondreco de allí en adelante creyó sin falta que sucedió, porque todavía es verdadero hoy: "Si crees, veras la gloria de Dios". Por tanto lo que creía, también lo tenía. Ondreco de Gerner ya había sufrido mucho en esta tierra. Sufría muchos dolores de corazón por falta de padre o madre. Muchas noches el lloraba acerca de ello cuando ninguno lo oía.
Muy pocos se dan cuenta del mucho dolor que un niño puede sufrir por la tristeza y la desesperación por falta de amor. Antes que Ondreco llegara a vivir con Filina, muchas veces se preguntaba qua iba a ser de él, puesto que no tenía a nadie, aunque ambos padres suyos vivían. ¿Siempre tendría que vivir con gente desconocida? Se podría escribir un libro entero acerca de los pensamientos de aquella pequeña alma desamparada mientras construía castillos y puentes, y la gente pensaba que le interesaba mucho sus juegos.
Afortunadamente Palko Lesina llegó, y por medio de su plática diaria le hizo claro a su pequeño compañero que Alguien bueno y hermoso vive, y que este Ser hermoso y bueno también le amaba, al pequeño desamparado Ondreco de Gerner, a quien hasta su padre ni amaba, y Él quería vivir con al siempre, para que Ondreco ya no necesitara sentirse desamparado. Ahora él tenía a Alguien a quien llegar sus problemas, y podía confiar todo a Él, si, todas las cosas. ¡Qué lindo era! Sí, ciertamente el Señor Jesús ahora tenía un siervo más.
Aun los encargados de los rebaños suspiraron a Bach:—¿Cómo vamos a pasar la vida sin la presencia de Palko Lesina? Después que el niño vino para estar con nosotros, siempre parece que la salida del sol se mira más bella y el rocío es más rico sobre el suelo.
—Él es un niño bendito—reconoció Bach con un suspiro. ¡Ay, cuanto necesitaba el a este niño! Por tanto, cuando en vez de llegar Lesina llegó una carta, él se alivió mucho. Lesina escribió que no podría llegar por seis semanas más, y le pidió a Bach que mantuviera a Palko consigo para mientras, y que él le sería útil para todo trabajo. Él no quería permitir al niño regresar solo a la casa porque estaba tan lejos, y él era su único hijo. Cuando llegó aquella carta, los niños saltaron de gozo, y Fido les ayudó, pero el gozo más grande después de todo era el de Filina mismo.
En la tarde del día, mientras estaban sentados delante de la choza y Palko estaba soplando en la bocina, de repente el doctor apareció ante ellos. Con placer evidente se fijó en el niño extraño. Fido movió su cola peluda de manera amistosa porque más de una vez él había recibido una buena corteza de tocino de este amable caballero. Dunaj, extendido ante los pies de su patrón, levantó la cabeza también, pero no hizo sonido. Ya sabía a quién dejar en paz y a quien molestar. Antes el habría saltado y ladrado, y probado el abrigo largo del doctor para ver si era hecho de buen material o no. Hoy, el mas bien prefería intentar morder la mosca que pagó con la vida por haberse atrevido a zumbir cerca de su nariz.
Bueno, los perros no se lo hacían saber y la gente no se fijó en que tenían un oyente, ni entonces ni siquiera después que Palko empezó a leer en su Libro, donde estaba escrita acerca del hombre grande quien era capitán de los recaudadores de impuestos, quien tenía grandes riquezas y muchos amigos, pero no tenía paz ni felicidad en el corazón porque no conocía al Señor Jesús. Palko leyó cómo el Señor Jesús le habló mientras estaba sentado en el árbol de sicómoro y se invitó a Si mismo como su huésped.
—Tío Filina—de repente Palko se interrumpió, cuando hubo leído las palabras del Señor: "El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar Lo que se había perdido"; Si usted sencillamente hiciera lo que hizo Zaqueo y dijera al Señor Jesús: "Hoy ha venido la salvación a esta casa", seria primero la casa de su corazón y luego la choza completa. Tío, yo le ruego, recíbalo hoy. Zaqueo lo recibió de una vez con gozo, y cuanto más grande gozo encontró más tarde cuando el Señor Jesús le perdonó todos sus pecados.
Extrañado, el doctor miró primero al niño extraño y también a Bach quien se levantó y sin palabra entró en la choza. Entonces Pedrico se fijó en el visitante; ambos niños corrieron a darle la bienvenida y cada uno quería ser el primero en decide quien era Palko y que estaba haciendo en medio de ellos. El doctor quería mucho a Palko, igual que todos los demás que lo encontraban. Entonces los niños supieron por que el doctor había llegado aquel día. Quería encontrar una casita cerca de la choza donde pudiera colocar a uno de sus pacientes por una semana, a quien únicamente la quietud y el aire y el sol podrían sanar.
—Palko, ¿estás escuchando?—susurró Pedrico, pero tan recio que todos lo podían oír—. Aquella casita de ustedes está vacía, y tu padre no vendrá, por seis semanas, y tú podrías vivir aquí con nosotros; eso será un buen lugar para la Señora.
¿Qué dijiste, niño?—preguntó el doctor.
Ondreco empezó a explicar que Lesina tenía una casita al pie de la "Roca de la Bruja", donde la vereda conducía a la aldea, y que por el presente estaba vacía,
-¿Piensas tú, Palko—preguntó el doctor—, que tu padre concedería prestarnos la cabaña, si nos conviniera?
-¿Cómo no se lo concedería?—dijo el niño de ojos brillantes—. ¿Verdad que dijo el Señor "Estuve enfermo, y me visitasteis"? Si la cabaña les conviene yo les daré la llave. Vamos a dejar que venga la persona enferma.
-Era demasiado tarde en el día para ir a ver el lugar; así que los niños se prepararon para ir con el doctor temprano en la mañana a ver la casita.
Esta vez el doctor no durmió con los niños en el desván de heno, porque habló por largo tiempo con Filina. Cuando Filina llegó a ver a los niños, como era su costumbre cada noche, se quedó parado encima de ellos por largo tiempo en pensamiento profundo, y luego cubrió a Ondreco, y tristemente acarició su frente, suavemente, como que tuviera mucha lastima del niño.
¿Pero por qué? ¿No parecía muy hermoso, algo moreno a causa del sol, con rosas lindas en las mejillas suaves como terciopelo, y la pequeña boca tan raja como una flor de amapola? Era claramente evidente como el aire de la montaña y la comida sencilla le estaban fortaleciendo y sanando. Su cara también mostraba una felicidad interior que el Señor Jesús había puesto en el corazón. ¿Entonces por qué Bach le tenía lástima?
Durante la noche, una tempestad de trueno de poca duración pasó por encima de la montaña. La mañana de primavera principió de manera muy hermosa, como solamente puede hacer después de una tormenta. En la grama colgaban grandes perlas de rocío, y las hojas de los arboles estaban llenas de diamantes de rocío mientras el sol brillaba sobre ellas. Todas las cosas cantaban alabanzas al Creador, cada pájaro, cada insecto y cada mosca. El vapor se alzaba como el humo de un gran holocausto. Con razón entonces Palko, quien conducía su paseo, empezó a cantar. Pedrico suspiró, y echó una mirada al doctor, pensando: "Que va a decir él acerca de eso?" Ondreco gozosamente le ayudó, y su clara voz sonaba como una campana dorada. Y así sonaba sobre las montañas:
Demos gracias a Dios el Rey celestial;
Al que nos amó y nos guardó, cantemos.
A Él sea dado honor, gloria y alabanza.
A Dios, eterno, alcemos la voz.
Oramos: "Este constantemente con nosotros este día,
Y guárdanos de todo mal por el camino,
Para que siempre vivamos para Tu gloria,
Y siempre demos bendiciones a nuestros vecinos;
Y cuando por fin lleguemos a la orilla gloriosa
Sabemos que te alabaremos para siempre".
El doctor conocía ese canto. Lo había aprendido en la niñez. Le hizo agregar su propia voz a las notas claras de los Milos. Puede parecer extraño, pero es cierto, que nada puede refrescar la mente como tal canto en la mariana temprana, cantado de todo corazón en una mariana tan hermosa, cuando toda la naturaleza esta uniéndose en alabanzas al Creador, y a cada paso el hombre siente Su presencia santa, pura y brillante.
—Escucha, Palko—dijo el doctor después de un momento de silencio cuando el canto se había terminado—; ¿Entiendes lo que hemos cantado?
—¿Ese canto?—preguntó el niño—; ¿No está, bastante clara cada palabra?
¿Piensas que sí? Entonces explícanoslo—dijo el doctor sonriendo de buen humor.
Pues, bien sabemos Lo que el buen Señor nos mandó durante la noche pasada, y podemos andar sanos y refrescados a troves de este mundo, y que Él es nuestro Señor, También sabemos que Él es el Dios eterno.
—Bueno, es así, pero hasta los niñitos saben eso. Sigue.
—La tercera estrofa me gusto. mucho. Él ya está sobre la tierra, siempre presente con nosotros, y atm ahora El anda con nosotros, y por tanto nos protegerá de la maldad a través de todo el día. Estoy muy contento de ver por lo menos una pequeña porción de Su manto.
—¿Y dónde la ves?—preguntó Ondreco.
-Mira cómo los rayos del sol brillan alrededor de nosotros. En cada gota de rocío puedes ver una parte del arco iris. Eso es el borde de Su manto, y en esta brisa suave, Su Espíritu nos toca. Él está muy cerca de nosotros, Ciertamente es un buen Padre. No podemos verlo sencillamente porque no podríamos aguantar la plena gloria. ¡Que buen hombre era Daniel! Con todo, el casi murió cuando vio la semejanza de Dios. Pero esta estrofa también es bella: "Para que vivamos siempre para Tu gloria".
—¿Y cómo se hace esto, dices tú el pequeño maestro de la teología?—dijo el doctor.
-Pienso yo—dijo Palko—, que precisamente Lo que hacemos hoy le agrada al Señor Jesús; vamos a buscar un lugar para una de Sus ovejas enfermas, y si le gusta la casita a usted vamos a encargarnos de la leña y las flores necesarias. Esta limpia ya, y aun las ventanas están lavadas.
—Tú eres un pequeño hombre sabio, y mira, seguramente allí está esa cabaña tuya.
-Sí, sí—gritaron los niños. Y Dunaj, como que quisiera confirmarlo, corrió directamente a la puerta.
-Escucha, niño, esta casita tuya es justamente como que hubiera sido edificada para esa paciente mía—reconoció el doctor después de haber revisado la casita por dentro y por fuera—. Mandare algunos muebles para acá., y alfombras cubrirán el piso, para que no esté frio, y tu cama y mesa las pondremos en la cocina, porque serán para su enfermera. Aunque las ventanas son pequeñas hay tres de ellas, así que habrá bastante sol todo el día. ¡Y que vista alrededor! ¡Este hermoso valle con el trasfondo de bosque verde y montañas alias! La fuente está cerca de la casa, ¡Y lástima que no haya una banca al lado de ella!
Los tres niños exclamaron:—Vamos a preguntar a Bach, y el mandará a Esteban.
-Él puede hacer una banca muy bonita—dijo Ondreco—. Nosotros podemos ir y cuidar las ovejas para al mientras él lo haga.
El doctor acarició el pelo rubio del niño—Me gustaría verte entrar las ovejas al redil.
-Pero él no tendría que hacer eso—comentó Palko—; por ese propósito tenemos Blanco y Jugador. Son perros muy sabios.
-Bueno, ahora; vamos a ver que se puede hacer. Pero hay que colocar la banca aquí. Yo quisiera gustar esa agua.
Palko corrió para traer el cántaro pintado de flores y una taza. Todos bebieron hasta llenarse. El agua era excelente. Luego se sentaron al lado del arroyo, y el doctor sacó queso y pan del bolsillo. Cada uno de los Milos tenía su propio pan, y era un trozo bastante grande. Cuando Bach cortó el pan, tomó en cuenta también los apetitos de Dunaj y Fido. El doctor dividió el queso. Comieron el queso y el pan, y tomaron agua. Tenía buen sabor para todos ellos.
Dunaj no quitó sus ojos de Palko, quien compartía con el fielmente. El avaro Fido corrió de un compañero a otro y aun se sentó en frente del doctor, lo cual no era en vano. Pero cuando llegó cerca de Palko, Dunaj gruñó a él, lo cual ciertamente en lenguaje de perros quería decir—¿No le da vergüenza hacerlo? –Así que Fido no trató de hacerlo la segunda vez.
El doctor vio cómo a los niños les gustaba su comida y se fijó en que Ondreco también comía con un buen apetito. De repente empezó a decir:—Palko, tú dijiste que llevarías madera a la casita. Eso no será necesario. Yo voy a mandar a alguien para traer y cortar una tarea de leña, pero si tú quieres encargarte de traer las flores, eso sería muy bueno. La Señora debe tomar suero de leche. Entre tanto que ella este débil tú puedes traérselo cada mariana Tan pronto como ella este suficientemente fuerte ella tendrá que ir al rebaño ella misma y pedirlo en la choza. Ahora, ¿Qué dicen? ¿Van a ayudarme para que ella se mejore pronto?
Todos de buena gana se pusieron de acuerdo de que lo harían.
—Yo les diré qué enfermedad tiene ella. Por mucho tiempo ella cambió la noche en día, pero no pudo cambiar el día en noche. De esa forma perdió el descanso de muchas noches. Ahora ella quiere dormir, ¡pero no puede! Ella es una persona triste e infeliz, y ha visto mucha tristeza en la vida. Sera bien si tú me ayudas a animarla; entonces va a recuperarse más luego.
—¿Y entiende la Señora la lengua eslovaca?—preguntó Palko sin miedo. El doctor se golpeó en la frente, diciendo:
—Tú eres un pequeño hombre sabio. Yo no pensé en eso. ¡Pero espera! Yo oí cuando ella compró naranjas, y habló en checo. Entonces se van a entender el uno al otro. ¿Quieren ayudarme, niños?
-Queremos hacerlo mucho—dijo Ondreco.
-Si Bach nos lo permite—agregó Pedrico. Palko pensaba que nada les iba a estorbar mientras que el estuviera allí.
Con buen ánimo los niños regresaron al rebaño. El doctor los dejó en la "Roca de la Bruja". Recibieron de él una carta cerrada para Bach Filina, quien bastante prontamente se puso de acuerdo con todo. Hasta mandó a Esteban para construir la banca, y también les dio permiso a los niños para llevar suero de leche y flores a la Señora enferma.