En Deuteronomio 8 tenemos un carácter bastante diferente. No es la consagración del pueblo a Dios, sino su disciplina, la prueba del corazón y el ejercicio por la forma en que Jehová sometió al pueblo; Y una sección muy instructiva es en este punto de vista.
Y este es otro capítulo del cual nuestro Señor cita cuando es tentado, al cual podemos referirnos de pasada. “Y recordarás todo el camino que Jehová tu Dios te condujo estos cuarenta años en el desierto, para humillarte y probarte, para saber lo que había en tu corazón, si guardabas sus mandamientos o no”. Vemos que lo que se ha señalado es justo lo que se expresa en este versículo: “Y te humilló, y te dejó hambriento, y te alimentó con maná, que no sabías, ni tus padres lo sabían; para que te haga saber que el hombre no vive sólo de pan” (¿qué ejercicio de fe había en eso?) “pero por toda palabra que sale de la boca de Jehová vive el hombre”. Esto es precisamente lo que pone al hombre a prueba moralmente. La palabra de Dios prueba si se somete a ella, si vive en ella, si se deleita en ella, si su carne es para hacer la voluntad de Dios como el Señor Jesús demostró que era Su carne.
Fue por esta Escritura que el Señor, como sabemos, repelió la primera tentación del adversario. Nadie honró la palabra de Dios como lo hizo Cristo.
No necesitamos extendernos en el hermoso detalle, pero al mismo tiempo en la simple verdad de este capítulo. Claramente traza la disciplina de Jehová por cierto.