• Cuando la venida del Señor suceda, todos aquellos que no hayan creído en Cristo como su Salvador, cuyos pecados no hayan sido lavados por el poder de la sangre de Cristo, serán dejados en la tierra para entrar en la tribulación (Mt. 25:10-12; Ap. 3:10).
• El evangelio de la gracia de Dios (Hch. 20:24), que promete justificación a través de la fe en Cristo y el cielo como un hogar eterno para todos los que creen, no será predicado más. Aquellos que conscientemente hayan rechazado esta “gran salvación,” no tendrán otra oportunidad para ser salvados. Este es un hecho muy solemne (He. 2:3; Hch. 13:38-41).
• Luego que el Señor haya llevado a los Suyos a la casa del Padre en las alturas, Él los sentará a Su mesa y vendrá adelante para servirles felicidad celestial y gozo indecible (Lc. 12:37).
El tribunal de Cristo
• El tribunal de Cristo será puesto en el cielo, y el Señor se sentará como juez, y revisará la vida de cada creyente. El orden de la sesión será: revisión, recompensa, y regocijo. Hay dos clases de juicio en este mundo, y Cristo ejecutará ambos. Uno es un juicio de carácter penal, investido con autoridad para promulgar una sentencia de juicio sobre un ofensor culpable (por ejemplo, un juicio en las cortes terrenales). El creyente nunca se encontrará ante Cristo en un juicio de este carácter (Jn. 5:2424Verily, verily, I say unto you, He that heareth my word, and believeth on him that sent me, hath everlasting life, and shall not come into condemnation; but is passed from death unto life. (John 5:24); Ro. 8:1). El juicio de Cristo en relación al creyente no trata sobre sus pecados. Estos no están en cuestión en este juicio, ya que han sido perdonados una vez y para siempre a través de la fe en la obra terminada de Cristo en la cruz. Saber esto da al creyente una gran fortaleza mientras anticipa el día de Cristo (1 Jn. 4:1717The woman answered and said, I have no husband. Jesus said unto her, Thou hast well said, I have no husband: (John 4:17)). El puede descansar en perfecta confianza en la segura Palabra de Dios, que le dice que “no vendrá a condenación” (Jn. 5:2424Verily, verily, I say unto you, He that heareth my word, and believeth on him that sent me, hath everlasting life, and shall not come into condemnation; but is passed from death unto life. (John 5:24); Ro. 8:1). La otra clase de juicio es aquel que realiza un árbitro que tiene conocimiento suficiente para decidir sobre los méritos de un objeto en cuestión (por ejemplo un juez en una muestra de arte). El juicio en este caso es para valuar la calidad y la hechura del artículo en exhibición. Es en este segundo carácter que se ve a Cristo como un juez en relación a los creyentes. Dios mantiene libros (registros). Cuando una persona se salva, Él cierra el debe en el libro mayor y abre la cuenta del haber. Desde ese momento en adelante todo lo que en la vida del creyente se haga por Jesucristo, será registrado para una futura recompensa. Cada creyente, luego de haber sido salvado, será recompensado por su fidelidad en su vida. El tribunal de Cristo es el momento cuando las recompensas serán entregadas.
Tres razones principales
para el tribunal de Cristo
• Existen tal vez tres razones para el tribunal de Cristo. Primeramente, para magnificar la gracia de Dios en satisfacer las necesidades de los creyentes. Cuando el Señor revise sus vidas y traiga a la luz sus fallas y sus pecados, Él les mostrará cuán grande es la deuda que ellos tienen con Dios. En aquel día los santos conocerán la maldad final de su carne, y también conocerán cuán grandiosa ha sido Su gracia en sobrepujar todos los pecados. “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Ro. 5:20). Segundo, para revelar la perfecta sabiduría de Dios en todos los caminos que Él ha tomado con los Suyos. El Señor, por así decirlo, pondrá Su brazo alrededor del creyente y caminará a través de su vida paso por paso. Esto revelará la historia de Su paciente gracia, Su perfecta sabiduría, y el amor infinito que les ha seguido durante todas sus vidas. Todas aquellas preguntas difíciles que ellos tenían para hacer cuando les sucedieron ciertas cosas, serán contestadas en aquel momento. Allí el Señor les mostrará la razón por la cual fue necesario que atravesaran momentos difíciles y problemáticos, y al final ellos dirán, “Perfecto es Su camino” (Sal. 18:30). Tercero, para determinar las recompensas de los santos y el lugar que ellos consecuentemente ocuparán en el reino (Lc. 19:16-19).
• Los hechos de los creyentes (2 Co. 5:10), obras de servicio para el Señor (1 Co. 3:9-15), motivos (1 Co. 4:4-5; Ro. 2:15-16), palabras (Mt. 12:36-37), y ejercicios personales (Ro. 14:1-12) — todo será revisado por el santo ojo del Señor Jesucristo. Cada cosa en su vida se manifestará en aquel día, tanto lo que esté antes y después de la conversión, porque la Biblia dice: “De acuerdo con lo que hayan hecho ya sea bueno o malo” (2 Co. 5:10).
Cuando me pare frente al trono,
Revestido en belleza, no por mí mismo,
Entonces Señor sabré totalmente
Cuánto es lo que te debo a Ti.
• Todo lo que salga en el tribunal de Cristo será un asunto privado entre cada santo y Dios. Aparentemente no habrá una exposición pública delante de otros.
• Aquellas cosas que los santos hayan hecho en sus vidas que no cuenten con la aprobación del Señor serán quemadas, y no recibirán recompensa por ellas (1 Co. 3:14-15).
Cuando me pare en el tribunal de Cristo,
Y Él me muestre Su plan para mí,
El plan de mi vida cómo debió haber sido,
Él ha tenido Su camino y veré
Cómo lo he bloqueado aquí
Y cómo lo he frenado allí
Y cómo no he rendido mi voluntad;
¿Habrá dolor en los ojos de mi Salvador,
Dolor a través del cual aún me amará?
El quiso hacerme rico, pero yo permanecí pobre,
Sustraído de todo, más no de Su gracia,
Mientras mi memoria corra como un animal perseguido
Por los senderos que no pueda desandar;
Señor, de los años que me quedan
Los pongo en Tus manos;
Tómame, quiébrame, y moldéame
En la forma que Tu has planeado.
• Los resultados del tribunal de Cristo estimularán la eterna alabanza de los santos de Dios (Ap. 19:7).
Siete coronas
• Todos recibiremos una recompensa. “Cada uno recibirá su alabanza de Dios” (1 Co. 4:5; Mt. 25:21-23). Hay al menos siete coronas que serán dadas como recompensa: la corona incorruptible (1 Co. 9:25), la corona del gozo (1 Ts. 2:19), la corona de justicia (2 Ti. 4:8), la corona de la vida (Stg. 1:12; Ap. 2:10), la corona de gloria (1 P. 5:4), la corona de oro (Ap. 4:4), y la corona de los vencedores (Ap. 3:11).
• Todos los santos celestiales (bajo la figura de los veinticuatro ancianos) ocuparán su lugar en tronos alrededor del Señor en medio del cielo. Y mientras ellos miran al Señor en toda Su gloria creacional y redentora, arrojarán sus coronas a Sus pies, y aún ellos mismos se postrarán en adoración y reverencia (Ap. 4-5).
Las bodas del Cordero