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The Greatest Question in the World: Full Color Gospel Tract
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Hace mucho tiempo, un juez llamado Pilato preguntó, “¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo?” (Mateo 27:22).
¿Se le ha ocurrido que tarde o temprano todos debemos contestar esta pregunta? Usted la debe contestar. Yo debo contestarla. Esta será la pregunta más importante que llegaremos a contestar. Dios requiere de nosotros una respuesta. Nuestro futuro entero depende de la respuesta que demos. Yo no puedo contestar por usted, y usted no puede contestar por mí. Cada quien debe contestarla por sí mismo. Debemos dar una contestación ya que Dios nos hace responsables de aceptar a Jesús como Salvador.
Tanto usted como yo necesitamos de un Salvador, “por cuanto todos pecaron, y están destituídos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). A pesar de nuestra condición, Dios ha provisto en Su Hijo un Salvador para aquellos que han reconocido que son culpables. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
El Señor Jesucristo por medio de Su sufrimiento y muerte alcanzó a cubrir la demanda justa y santa que Dios requería para perdonar nuestro pecado. “Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. ... Todos nosotros nos descarriamos como ovejas; cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en Él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:5‑6).
La obra redentora de Dios fue cumplida en la cruz. La gran pregunta del pecado fue aclarada. La pregunta ahora es: ¿Qué hará usted con el Hombre Jesucristo?
No hay manera de evadir esta pregunta. El ignorarla implica que rechaza a Aquel que murió para ser su Salvador. Su única esperanza es que reconozca que es un pecador culpable.
Mientras que Pilato encaraba a Jesús en su aposento, su esposa le envió el siguiente mensaje: “No tengas nada que ver con ese justo” (Mateo 27:19). Más tarde Pilato intentó disculparse lavándose las manos delante de la asamblea concurrida y diciendo: “Inocente soy yo de la sangre de este justo” (Mateo 27:24). Ambos a su manera intentaron esquivar el tema. ¿Está usted igualmente tratando de esquivar este tema? A ellos no les dio resultado, y podemos estar seguros de que ni a usted ni a mí nos dará resultado tampoco.
Podemos conocer a Cristo AHORA como nuestro Salvador, ó más tarde después de nuestra muerte como nuestro Juez. “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). “Por cuanto ha establecido [Dios] un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón [Jesucristo] a quien designó” (Hechos 17:31). Personalmente le conozco como mi Salvador, ¿y usted?
En cuanto a Jesús, ¿qué hará usted?
La pregunta no es, ¿Ha sido usted bautizado? ¿Es miembro de una iglesia? ¿Hace todo lo mejor que puede? ¿Es sincero? ¿Ha aceptado alguna cierta doctrina o credo? No, delante de usted está el divino viviente HIJO DE DIOS, Aquel que dice, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí” (Juan 14:6).
¿Ha recibido usted al Señor Jesucristo como su único y suficiente Salvador? ¿Cree en Su sangre derramada y obra redentora como suficiente para obtener la salvación? ¿O confía en sus buenas obras, su buena moralidad, o lo que está haciendo en pro de la obra de Dios? Si usted aún no ha recibido al Hijo de Dios como su Salvador, entonces Dios le dice por medio de Su Palabra que “todas nuestras justicias [son] como trapo de inmundicia” (Isaías 64:6).
La pregunta que está por encima de cualquier otra es: ¿Ha aceptado a Jesucristo, el remedio de Dios para el pecador perdido y lleno de culpa?
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).
ENTONCES, ¿QUE DECIDE
ACERCA DE JESÚS?