UN VERSÍCULO PARA MEMORIZAR
"En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de justicia, y
hará juicio y justicia en la tierra." Jeremías 33:15
(Esto se refiere proféticamente al Señor)
En esta profecía, tenemos la intervención de Dios con el reino de Judá que se hallaba en rebelión. "Lo-ammi" (No pueblo mío) fue pronunciado sobre ellos, véase Oseas 1:9, a pesar de los esfuerzos del profeta para que Sedequías el rey cumpliera con la Palabra de Dios. Jeremías le amonestaba muchas veces sobre la necesidad de someterse al rey de Babilonia; pero ni le hizo caso, de tal modo Nabucodonosor ordenó su captura. Al llegar a Babilonia, el rey sentenció sacar los ojos de Sedequías y sus hijos fueron degollados. Esto originó el cautiverio final de Judá.
Lo que marcaba el espíritu de Jeremías fue su tristeza. Es conocido comúnmente como el profeta llorón.
Lamentaba la apostasía de Judá, y desconsolado sentía la necesidad de predecir el juicio de Dios sobre el pueblo que amaba tanto. Una tristeza muy parecida surgió en el corazón del Señor Jesús con respecto a Jerusalén. También en el caso del apóstol Pablo tocante a la iglesia.
Se pronuncia juicio contra las naciones que estaban vinculadas a Israel y Dios actualmente usa a algunas de ellas para el castigo de Su pueblo.
Al terminar el libro, Babilonia fue destruida, lo que dio lugar a la libertad de Israel para regresar a su tierra. Judá e Israel fueron perdonados (Véase 50:19-20).
UN PENSAMIENTO PARA LA JUVENTUD
Jeremías 3:4
"A lo menos desde ahora, ¿no me llamarás a mí, Padre mío, guiador de mi juventud?" El joven necesita la guía de su padre natural y, si es creyente, de Dios su Padre. La sabiduría de Dios es infinita y nos ha dejado la Biblia como la mejor guía que hay. Nos ha dejado también el Espíritu Santo para guiarnos (Juan 16:13). Nuestros padres naturales tienen mucha experiencia y tienen la responsabilidad de saber cómo guiarnos. Es tiempo para escuchar.