Las oraciones pidiendo venganza no nos convienen

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William Kelly
La apertura del sexto sello marca una gran convulsión. Suponemos que es una respuesta parcial a aquel clamor. Son muchas las personas que opinan que los citados arriba son cristianos. Empero si estudiamos más profundamente este pasaje, nos daremos cuenta de que esta convulsión no tendrá lugar hasta después del arrebatamiento de la Iglesia al cielo.1 “¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra?” ¿Es esto una oración o un deseo conforme a la gracia del evangelio? No. El razonamiento es apenas necesario en un punto tan manifiesto. Creo que todo aquel que comprende el rumbo general del Nuevo Testamento, y las oraciones especiales allí escritos por el Espíritu para nuestra instrucción, se dará cuenta de esto si no abriga ningún prejuicio. Fijémonos en la oración de Esteban, y la de nuestro bendito Señor —dechado de todo lo que es perfecto—. En contraste tenemos un lenguaje similar al del Apocalipsis 6 en otra parte; ¿pero dónde? En los salmos. De esta manera tenemos toda la evidencia que pueda requerirse. La evidencia del Nuevo Testamento muestra que aquéllas no son las oraciones sancionadas para el creyente cristiano: la evidencia del Antiguo Testamento muestra que aquéllas eran justamente las oraciones de personas, cuyos sentimientos, experiencias y deseos estaban asentados sobre esperanzas israelitas.
[Traducido de “Lectures Introductory to the Acts, the Catholic Epistles and the Revelation”, (“Conferencias introductorias a los Hechos, las epístolas universales y el Apocalipsis”), por William Kelly, 1870].