Oseas 3

Hosea 3
Dios rechaza a Israel y le hace volver a encontrar, por medio de la conversión, al Cristo, verdadero Rey suyo
El profeta es llamado a cumplir un nuevo acto simbólico. Debe amar a una mujer que, aunque amada por un amigo —el profeta, que simboliza aquí a Jehová— es adúltera, infiel a los lazos obligatorios que la ligan con su amigo. Lo mismo había ocurrido con los hijos de Israel. Jehová los había amado, ellos lo habían abandonado para irse tras otros dioses y habían “amado los panes de pasas” (versículo 1), al estimar que el adulterio les proporcionaría esta alimentación de fiesta y que Jehová se lo negaría. Sin embargo, era David quien los había distribuido al pueblo, Salomón quien les daba a su bien amada, y la Palabra no muestra que hayan sido distribuidos por otros fuera del Rey (2 Samuel 6:1919And he dealt among all the people, even among the whole multitude of Israel, as well to the women as men, to every one a cake of bread, and a good piece of flesh, and a flagon of wine. So all the people departed every one to his house. (2 Samuel 6:19); 1 Crónicas 16:33And he dealt to every one of Israel, both man and woman, to every one a loaf of bread, and a good piece of flesh, and a flagon of wine. (1 Chronicles 16:3); Cantares 2:55Stay me with flagons, comfort me with apples: for I am sick of love. (Song of Solomon 2:5)). Verdad es que el Rey según los consejos de Dios, daba también a Su pueblo un alimento más substancioso que este manjar delicado, pero Israel no lo tomaba en cuenta. “Aman los panes de pasas”: el enemigo les había hecho creer que encontrarían una fiesta perpetua lejos de Dios a quien traicionaban. Este error es de todo tiempo. El corazón natural del hombre no busca siempre satisfacción en alguna deshonra grosera; también quiere un alimento refinado, gozos intelectuales elevados y procura hacer de su vida una fiesta de la inteligencia. Para obtener estas cosas se vuelve hacia el mundo y abandona a Dios, olvidando que la verdadera inteligencia y los únicos gozos verdaderos no se encuentran si no es en la comunión con el Salvador.
El precio por el cual el profeta compra la mujer adúltera es de hecho bien escaso. El letek (véase Oseas 3:2,2So I bought her to me for fifteen pieces of silver, and for an homer of barley, and an half homer of barley: (Hosea 3:2) Versión Moderna) de cebada da a suponer que él había regateado para hacerla ceder a precio regalado. Es que de hecho, no teniendo ningún valor en ella misma, el amor solo de aquel que la había adquirido le daba a ella algún precio. Mas, sea como fuera, esta mujer le pertenecía, porque la había pagado y así tenía derechos sobre ella. Podía, a su antojo, arreglar el porvenir de ésta en conformidad con su conducta pasada: “Muchos días me aguardarás; no cometerás fornicación, ni tampoco te casarás; y lo mismo haré yo para contigo. Porque de igual manera los hijos de Israel aguardarán muchos días sin rey, y sin príncipe, y sin sacrificio, y sin estatua, y sin efod y sin ídolos domésticos” (versículos 3-4). Era lo que debía suceder primeramente a las diez tribus. A partir de su destierro fueron sin príncipe, sin ídolos, sin relación con Dios. No ocurrió tal con Judá que, después de la cautividad, no había carecido de príncipes y de gobernadores, y había conservado algunas relaciones con Dios. La suerte de Efraim alcanzó a Judá después de que éste hubo rechazado y crucificado al Ungido de Jehová; desde entonces la condición de las dos fracciones del pueblo fue análoga, si no idéntica. Ya no había rey ni culto, ningún modo para consultar con Jehová; por otra parte, ya no había idolatría pública ni doméstica, sino que una casa barrida y arreglada que no espera más ... que siete demonios peores que el primero (Mateo 12:4444Then he saith, I will return into my house from whence I came out; and when he is come, he findeth it empty, swept, and garnished. (Matthew 12:44)).
No obstante este estado de desolación tomará fin: “Después de esto volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios y a David su rey; y acudirán temblorosos a Jehová y a su benevolencia en los postreros días” (versículo 5). Israel se convertirá, volverá a Dios, reconocerá por Rey al Cristo, el verdadero David rechazado en otros tiempos. Dos cosas dominarán en el corazón del pueblo restaurado: el temor de Jehová y el sentimiento de Su amor, según la palabra del profeta: “Empero contigo está el perdón, para que puedas ser temido” (Salmo 130:44But there is forgiveness with thee, that thou mayest be feared. (Psalm 130:4)).
Al recapitular estos tres capítulos ¿no es sorprendente que Oseas, en la velada de la desaparición de las diez tribus, anuncia: 1.— su restauración en el país bajo un solo Jefe (cuando el paréntesis de la Iglesia sea cerrado); 2.— Dios que reanuda Sus relaciones con ellos, bajo la nueva alianza, en el Milenio; 3.— su retorno, por la conversión, bajo el cetro de David, su verdadero rey, el Cristo que habían rechazado?