Ya no hay esperanza para Judá y Benjamín. El pueblo volverá a encontrar a Dios en la gran tribulación. Llamada apremiante para despertarse.
El capítulo 4:15 conjuraba a Judá para que no se hiciese culpable. ¡Quizás por ese lado había todavía alguna esperanza! El capítulo 5 nos desengaña. Judá y Benjamín son asociados en la misma apostasía y en el mismo juicio que Israel.
(Versículo 1).— Aquí el profeta se dirige en primer lugar a los sacerdotes, luego llama la atención de toda la nación y especialmente de la casa del rey quien, no lo dudo, es la realeza de Judá, la de Israel siendo ya condenada de antemano. “¡Este juicio es para vosotros!” añade el profeta; “puesto que vosotros habéis sido un lazo en Mizpa, y una red tendida sobre el Tabor”. El lugar de toque de asamblea del pueblo Mizpa y el Tabor, montaña central que domina el territorio de las diez tribus, han venido a ser trampas para el pueblo, el sacerdocio habiéndose prestado a las prácticas idolátricas a las cuales se entregaban en estos sitios. Era pues el sacerdocio que había de caer bajo el juicio en primer lugar. Los más culpables son aquellos cuya posición les pone lo más directamente en relación con Dios; recibirán más azotes. En cuanto a Efraim y a Israel, su estado no es escondido en absoluto al Dios quien los conoce (versículo 3), ¡pero ellos no conocen a Jehová! ¡Qué palabra más aplastante! Este pueblo al cual Dios se había revelado, que había puesto en relación consigo mismo, al cual había hecho conocer Su nombre y Su carácter de Dios Santo, este pueblo había preferido la fornicación y la deshonra a la intimidad de las relaciones con Dios mismo. ¡En medio de su depravación, el orgullo llenaba su corazón! “La soberbia de Israel testifica contra él en su misma cara” (versículo 5). ¡Vaya imagen del hombre! ¡Degradado hasta el grado supremo y henchido de orgullo! Por lo tanto “Israel y Efraim tropezarán en su iniquidad”, mas Judá exhortado para que no se haga culpable (capítulo 4:15), “tropezará también juntamente con ellos” (versículo 5). Cuando les alcance el juicio, todos irán para buscar a Jehová con sus sacrificios. Lo que todavía es posible hoy será inútil entonces. Todas sus prácticas religiosas quedarán sin resultado: “¡Él se ha retirado ya de ellos!” (versículo 6). Palabra tanto más solemne, que la misma suerte alcanzará la cristiandad profesante cuando, en el día del juicio, ésta vendrá a valerse de los privilegios que le habían sido otorgados. Sí, todas las formas religiosas de la cristiandad profesante no la ponen en relación con Dios: ahí están las formas, Dios no.
“Ahora pues”, dice Oseas, “el novilunio los consumirá juntamente con sus campos” (versículo 7); quizás es una alusión al fin del reino de Judá (2 Reyes 25:3,83And on the ninth day of the fourth month the famine prevailed in the city, and there was no bread for the people of the land. (2 Kings 25:3)
8And in the fifth month, on the seventh day of the month, which is the nineteenth year of king Nebuchadnezzar king of Babylon, came Nebuzar-adan, captain of the guard, a servant of the king of Babylon, unto Jerusalem: (2 Kings 25:8)).
Los versículos 8-12 Presentan la ruina común de todo el pueblo entero. Poco importa el que el juicio sea más próximo para los unos que para los otros, llegará a todos, Efraim con las nueve tribus, Judá con Benjamín. “¡Tocad la bocina en Gabaa, y la trompeta en Ramá! ¡tocad alarma en Bet-aven! ¡mira tras ti, o Benjamín!”. Todos estos lugares formaban parte de o habían pertenecido al territorio de Benjamín. El mal iba a alcanzarle y cogerle a la improvista; los príncipes de Judá y Efraim sufrirán la misma suerte. Ante la inminencia del peligro, común a todos, “acudió Efraim a Asiria, y Judá envió un rey adversario (Jareb), mas él no podrá sanaros ni os curará la llaga” (versículo 13). Jareb no es nombre propio. Significa: “Él contenderá”. Es un vengador que Israel llama para ayuda suya. Es Pul (2 Reyes 15:1919And Pul the king of Assyria came against the land: and Menahem gave Pul a thousand talents of silver, that his hand might be with him to confirm the kingdom in his hand. (2 Kings 15:19)); o Tiglat-pilneser cuando se trata de Judá (2 Reyes 16:77So Ahaz sent messengers to Tiglath-pileser king of Assyria, saying, I am thy servant and thy son: come up, and save me out of the hand of the king of Syria, and out of the hand of the king of Israel, which rise up against me. (2 Kings 16:7)). Este Pul contiende contra Israel, le es hostil, en el mismo momento en que Israel lo toma por protector (véase también 1 Crónicas 5:2626And the God of Israel stirred up the spirit of Pul king of Assyria, and the spirit of Tilgath-pilneser king of Assyria, and he carried them away, even the Reubenites, and the Gadites, and the half tribe of Manasseh, and brought them unto Halah, and Habor, and Hara, and to the river Gozan, unto this day. (1 Chronicles 5:26); véase todavía Oseas 5:13; 7:11; 8:913When Ephraim saw his sickness, and Judah saw his wound, then went Ephraim to the Assyrian, and sent to king Jareb: yet could he not heal you, nor cure you of your wound. (Hosea 5:13)
11Ephraim also is like a silly dove without heart: they call to Egypt, they go to Assyria. (Hosea 7:11)
9For they are gone up to Assyria, a wild ass alone by himself: Ephraim hath hired lovers. (Hosea 8:9)).
Pero este capítulo, como los tres primeros, se termina por una palabra de esperanza. Jehová no será para siempre como un león que despedaza su presa, para con Efraim y Judá. “Yo pues iré”, dice, “y me volveré a mi lugar, hasta tanto que ellos reconozcan su ofensa y busquen mi rostro: en su adversidad me buscarán con empeño” (versículo 15). Dos cosas inseparables son necesarias, trátase de encontrar a Dios siendo uno pecador, o de volver a encontrarle cuando uno se ha desviado de Él: el arrepentimiento y la conversión. Antiguamente ellos habían creído encontrarse con Dios con sus ovejas y sus bueyes (versículo 6), pero sin arrepentimiento, y no habían encontrado más que un sitio desierto. Más tarde “se reconocerán culpables”, y Zacarías nos ofrece el cuadro conmovedor de ello (Zacarías 12:10-1410And I will pour upon the house of David, and upon the inhabitants of Jerusalem, the spirit of grace and of supplications: and they shall look upon me whom they have pierced, and they shall mourn for him, as one mourneth for his only son, and shall be in bitterness for him, as one that is in bitterness for his firstborn. 11In that day shall there be a great mourning in Jerusalem, as the mourning of Hadadrimmon in the valley of Megiddon. 12And the land shall mourn, every family apart; the family of the house of David apart, and their wives apart; the family of the house of Nathan apart, and their wives apart; 13The family of the house of Levi apart, and their wives apart; the family of Shimei apart, and their wives apart; 14All the families that remain, every family apart, and their wives apart. (Zechariah 12:10‑14)). Entonces, con corazón contrito, y el pueblo por fin humillado, despojado de su orgullo, se convertirá y buscará la faz de Jehová. El hijo pródigo se levantará e irá hacia su padre.
“En su adversidad me buscarán con empeño” o “desde la mañana” (versículo 15). ¿Por qué medio llevará a cabo Dios este resultado bendito? Una gran tribulación, la angustia de Jacob, les sorprenderá; tendrán que pasar a través de la larga noche de los terribles juicios de Dios. Despertados por estos juicios, en vez de dormir como los demás, esperarán a su Mesías, Jehová, “más que aquellos que aguardan la mañana”, y lo encontrarán en el alba de este reino milenario cuando Israel restaurado será nuevamente: Ammí, el pueblo de Dios.
Los tres primeros versículos del capítulo 6 son la continuación del último versículo del capítulo 5. Durante mucho tiempo creía yo que habrán sido colocados en la boca del pueblo, mas la estructura de todos estos capítulos me ha convencido desde entonces de que son pronunciados por el profeta, y de momento no son más que una invitación a la cual el pueblo no responde. “¡Venid!” dice, “¡volvámonos a Jehová, porque él ha desgarrado, y nos sanará!”. Oh qué maravillosa llamada de la gracia, a esas almas dobladas bajo el dolor de la tribulación y de quienes Dios ha quitado todo recurso. Ya no hay montaña hacia la cual el pobre pájaro, amenazado por las flechas del cazador de pájaros, pueda escaparse. Este refugio, por lo menos, hubiera ofrecido alguna estabilidad; queda suprimido. Dios esconde Su rostro y el alma con este motivo se espanta (Salmo 11:1; 30:71<<To the chief Musician, A Psalm of David.>> In the Lord put I my trust: how say ye to my soul, Flee as a bird to your mountain? (Psalm 11:1)
7Lord, by thy favor thou hast made my mountain to stand strong: thou didst hide thy face, and I was troubled. (Psalm 30:7)). Ya no quedan más recursos si no es en Él; ¡volvamos a Él! Cual león destrozó el reino a causa de nuestros pecados; nos hirió justificadamente. ¿Quién puede volver a coser, vendar, y sanar las llagas, si no es Aquel que las hizo? Se siente aquí lo profundo de la humillación, como sólo el hombre de Dios pudiera sentirlo, mas teniendo la fe como sostén. Sólo la fe, en tales circunstancias, nos impele a acercarnos a Dios. ¡Pero qué respuesta es la que ella encuentra! ¿No es bueno haber sido afligido para encontrar semejante liberación? “Antes de ser afligido yo me extraviaba” (Salmo 119:6767Before I was afflicted I went astray: but now have I kept thy word. (Psalm 119:67)).
La cosa no se expresa aquí más que en el estado de esperanza, pero de una esperanza realizada por el profeta como certidumbre: “Nos volverá a dar vida después de dos días, y en el día tercero nos levantará para que vivamos en su presencia. Conozcámosle pues! ¡sigamos adelante para conocer a Jehová!”. Tan ciertamente como Dios resucitó a Su Mesías de entre los muertos —pues no dudo que este pasaje deja sobreentender la resurrección de Cristo— Dios también resucitará a Su pueblo. Sin duda aquí se trata de su resurrección nacional, tal como nos queda descrita en Ezequiel 37, lo que explica los dos días necesarios para reanimarles y el tercero para ponerles de pie. Del mismo modo los huesos no “estuvieron sobre sus pies” por el poder del Espíritu Santo hasta primero ser vivificados (Ezequiel 37:1010So I prophesied as he commanded me, and the breath came into them, and they lived, and stood up upon their feet, an exceeding great army. (Ezekiel 37:10)). Esta resurrección nacional, como nuestra resurrección corporal, para nosotros los cristianos, queda pues ligada con la de Cristo. Si las olas y las aguas del juicio pasaron sobre el Mesías, también pasarán sobre el remanente de Israel, el cual saldrá de ellas, igual como Cristo lo hizo, en resurrección. El tercer día es el día, según el Espíritu de santidad, cuando Dios intervino en poder para resucitar a Jesús de entre los muertos. Es hacia esto que todo el Antiguo Testamento rinde testimonio. “Cristo”, dice el apóstol, “fue resucitado al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:44And that he was buried, and that he rose again the third day according to the scriptures: (1 Corinthians 15:4)). En efecto, las Escrituras nos muestran a Isaac bajo sentencia de muerte hasta el tercer día, cuando es resucitado en figura. Jonás, tipo de Cristo, pero también del remanente, lanzado a la mar mientras que el navío de las naciones continúa su rumbo, tragado en el Sheol, vuelve a ser echado el tercer día sobre la tierra. En todas partes la resurrección de Cristo se anuncia como siendo la consecuencia necesaria de Su muerte. En el Salmo 16 no ve corrupción y conoce el camino de vida. En el Salmo 110, sube en resurrección a la diestra de Dios, después de que en el Salmo 109, el maligno le ha hecho morir (versículo 16). En el Salmo 8 está coronado de gloria y de honra después de haber sido hecho, por la pasión de la muerte, un poco menos que los ángeles. Todo eso, lo atravesó por Su pueblo celeste, pero también por Su pueblo terrenal. Cuando, en el Salmo 42, todas las ondas y las olas de Jehová han pasado sobre el alma de Cristo y sobre la del remanente, este último puede decir que Él es “Salud de mi rostro y mi Dios”.
Pero hay aquí más todavía que una resurrección nacional. El profeta dice: “Nos levantará para que vivamos en su presencia. ¡Conozcámosle pues! ¡sigamos adelante para conocer a Jehová!” (versículos 2-3). Una resurrección espiritual es el fruto de la gracia, y acompaña la nueva alianza hecha con Israel. Es el alba del día milenario. “Su salida está aparejada como el alba; y él vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía que riega la tierra” (versículo 3). Ya no será como en Pentecostés, la lluvia que acompaña los sembrados, sino la lluvia que precede la feliz cosecha del siglo por venir. Una nueva efusión del Espíritu Santo será la porción de este pueblo restaurado.
Este pasaje, dictado por el Espíritu de Dios, es apropiado para hacer penetrar en el alma de Israel, pero también en la nuestra, algo de su deliciosa frescura; pues que nos ocupa de Cristo, de Su muerte y de Su resurrección, ¡prendas aseguradas del porvenir de Israel y de nuestra porción eterna con el Señor!