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Al aceptar a Cristo como su Salvador, Ud. ha dado el paso más importante de su vida. Arrepintiéndose de sus pecados, Ud. ha creido en el Señor Jesús. La nueva vida que tiene en Cristo es sumamente preciosa. Todavía usted no comprende todo lo que significa, pero a medida que crece espiritualmente, podrá entender más y más.
Ha obtenido usted el perdón divino porque: “Dios muestra Su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Esta es la promesa de Dios: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos (es decir, que Jesús resucitó), serás salvo” (Romanos 10:9-10).
Al hacer usted esto con toda sinceridad y voluntariamente, no sólo ha pasado de la muerte a la vida, sino desde el momento en que ha creído Dios le añadió a Su Iglesia (Hechos 2:47) y lo ha escrito su nombre en el libro de la vida (Filipenses 4:3; Apocalipsis 20:12; 21:27).
Ahora bien, brevemente hablemos de la salvación y de crecimiento en la vida espiritual. Pensemos en el nacimiento y crecimiento de un niño humano, porque en muchos aspectos se parece al nacimiento espiritual.
Uno que ha creido en Cristo ha nacido de nuevo. Sabemos que la vida en este mundo empieza con el nacimiento. Nuestro Señor Jesucristo, en cierta ocasión, dijo:
“. . . él que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios . . . De cierto, de cierto te digo, que él que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:3,5).
No hemos nacido físicamente por nuestra voluntad ni por nuestra fuerza. Igual sucede en el nacimiento espiritual. Dios es Quien nos da la vida nueva que es vida eterna. Así todos los que aceptamos al Señor Jesús como nuestro Salvador, somos hechos hijos de Dios. No lo aseveramos nosotros, la Biblia dice:
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios: los cuales no son engendrados de sangre ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:12-13).
Esto quiere decir que usted también pertenece a la familia de los redimidos en esta vida y en la venidera, porque usted ya
es hijo de Dios; antes era hijo de des-obediencia, sin Dios y sin esperanza ni en este mundo, ni en el cielo.
Una criatura que acaba de nacer necesita crecer. Al nacer de nuevo, espiri-tualmente, somos como recién nacidos.
Siguiendo la comparación a la vida física humana, estas cosas son necesarias para el crecimiento.
EL ALIMENTO
El alimento sostiene la vida. Un niño recién nacido, si no come, muere, y si no come bien, no crece como debe crecer. Lo mismo sucede con el recién nacido espiritualmente. La comida espiritual es el Pan de Vida, o sea la Palabra de Dios. Dios nos habla por medio de ella. Jesús dijo:
“No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).
No pasa un día sin que comamos algo; tampoco debe pasar un día sin que leamos la Biblia. De ella recibimos poder para la vida espiritual. La Biblia fué escrita hace miles de años por varios hombres inspirados por Dios. La Biblia, realmente, es una pequeña biblioteca de sesenta y seis libros. En esta biblioteca encontramos libros de historia, de profecía, cartas y cantos (o Salmos). Nuestra comida se compone de una variedad de alimentos para mantener la buena salud. Por medio de estos libros Dios nos provee para que crezcamos en la vida espiritual. ¿Por qué no hemos de aprovechar de esta gran fuente de bendición?
LA RESPIRACION
La oración es como la respiración de la nueva criatura en Cristo. No se puede vivir sin respirar. El cristiano debe estar en constante comunicación con Dios. Cuando oramos sentimos nuestra cercanía a Dios. Si no oramos no crecemos. Jesús nos dá el buen ejemplo. Repetidas veces en el Nuevo Testamento encontramos a El apartándose para orar. Muchos piensan que el orar es algo difícil. ¿Es difícil hablar al mejor amigo? Por supuesto que no. Dios es nuestro Padre y cuando oramos, hablamos a El. Dios conoce lo profundo de cada corazón, como también conoce nuestros pensamientos. El conoce nuestras necesidades, pero quiere que las manifestamos a El en oración. Podemos comunicarle a Dios todo lo relacionado a nuestra vida personal. Dios quiere que le hablemos con sinceridad. Es una bendición grande poder acercar a Dios en oración. Además de la oración personal, es importante asistir en las reuniones de oración de la asamblea.
EL AMBIENTE
Al crecer físicamente necesitamos la luz del sol y el aire puro. De igual forma el ambiente del cristiano es importante. Muy saludable es vivir siempre en el brillo pleno del sol del amor de Dios, quiere decir, el sentir de que Su amor es siempre hacia nosotros. Judas 21 nos dice, “Conservaos en el amor de Dios.” Es un gozo también tener buenas amistades con personas que tienen deseos comunes a los nuestros. Nos encontramos tales personas en las reuniones con otros creyentes. Allí se enseña y predica la Palabra de Dios. Esto también es necesario para el crecimiento espiritual. El cristiano crece mejor junto con otros que han nacido de nuevo (vea Hebreos 10:25). Es posible que los viejos amigos le abandonen al saber que usted ha recibido a Cristo. Pero, como cristiano, debe alejarse de las influencias que impiden el crecimiento espiritual. El apóstol Pablo dijo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
Descubrirá que los que han recibido a Cristo en su corazón no son perfectos. El único perfecto es el Señor. Pero con la ayuda de Dios podemos vivir como buenos creyentes en Jesús. Nuestras acciones, día tras día, deben honrar al Señor. Todos nuestros pecados son perdonados (vea 1 Juan 1:7-9), y ahora estamos llamados a desarrollar la nueva vida.
Dios le dará sabiduría al que la pide para entender y obedecer las instrucciones de su Palabra. Lea las epístolas de Pablo, que son de especial importancia. Cuando nos reunimos con otros creyentes, debemos reconocer que somos miembros del un solo cuerpo de Cristo y en esta forma procurando mostrar esta unidad.
EL EJERCICIO
El cuerpo humano necesita el ejercicio para un desarrollo completo. El ejercicio del cristiano es servir al Señor. Debe relatar a otros lo que Dios ha hecho en su vida. Dios le ha dado ciertos dones; hay que usarlos sirviendo al Señor Jesucristo. Todo cristiano puede hacer algo con-structivo. Hágalo de buena voluntad y como para el mismo Señor Quien le salvó.
EL BAUTISMO
En la Biblia leemos que los que se convirtieron fueron bautizados inmediata-mente. Por el bautismo una persona se identifica con el Señor Jesús en Su muerte y sepultura. Una persona que ha recibido a Cristo en verdad, quiere ser identificado como cristiano. Si usted, por alguna circunstancia aún no lo ha hecho, debe ser bautizado. El Señor Jesucristo, antes de ascender al cielo, se despidió diciendo:
“Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:15-16).