1 S. 25:24‑44• 24Y echóse á sus pies, y dijo: Señor mío, sobre mí sea el pecado; mas ruégote hable tu sierva en tus oídos, y oye las palabras de tu sierva.
25No ponga ahora mi señor su corazón á aquel hombre brusco, á Nabal; porque conforme á su nombre, así es. El se llama Nabal, y la locura está con él: mas yo tu sierva no vi los criados de mi señor, los cuales tú enviaste.
26Ahora pues, señor mío, vive Jehová y vive tu alma, que Jehová te ha estorbado que vinieses á derramar sangre, y vengarte por tu propia mano. Sean pues como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran mal contra mi señor.
27Y ahora esta bendición que tu sierva ha traído á mi señor, dése á los criados que siguen á mi señor.
28Y yo te ruego que perdones á tu sierva esta ofensa; pues Jehová de cierto hará casa firme á mi señor, por cuanto mi señor hace las guerras de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en tus días.
29Bien que alguien se haya levantado á perseguirte y atentar á tu vida, con todo, el alma de mi señor será ligada en el haz de los que viven con Jehová Dios tuyo, y él arrojará el alma de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda.
30Y acontecerá que cuando Jehová hiciere con mi señor conforme á todo el bien que ha hablado de ti, y te mandare que seas caudillo sobre Israel,
31Entonces, señor mío, no te será esto en tropiezo y turbación de corazón, el que hayas derramado sangre sin causa, ó que mi señor se haya vengado por sí mismo. Guárdese pues mi señor, y cuando Jehová hiciere bien á mi señor, acuérdate de tu sierva.
32Y dijo David á Abigail: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases;
33Y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has estorbado hoy el ir á derramar sangre, y á vengarme por mi propia mano:
34Porque, vive Jehová Dios de Israel que me ha defendido de hacerte mal, que si no te hubieras dado priesa en venirme al encuentro, de aquí á mañana no le quedara á Nabal meante á la pared.
35Y recibió David de su mano lo que le había traído, y díjole: Sube en paz á tu casa, y mira que he oído tu voz, y tenídote respeto.
36Y Abigail se vino á Nabal, y he aquí que él tenía banquete en su casa como banquete de rey: y el corazón de Nabal estaba alegre en él, y estaba muy borracho; por lo que ella no le declaró poco ni mucho, hasta que vino el día siguiente.
37Pero á la mañana, cuando el vino había salido de Nabal, refirióle su mujer aquestas cosas; y se le amorteció el corazón, y quedóse como piedra.
38Y pasados diez días Jehová hirió á Nabal, y murió.
39Y luego que David oyó que Nabal era muerto, dijo: Bendito sea Jehová que juzgó la causa de mi afrenta recibida de la mano de Nabal, y ha preservado del mal á su siervo; y Jehová ha tornado la malicia de Nabal sobre su propia cabeza. Después envió David á hablar á Abigail, para tomarla por su mujer.
40Y los criados de David vinieron á Abigail en el Carmelo, y hablaron con ella, diciendo: David nos ha enviado á ti, para tomarte por su mujer.
41Y ella se levantó, é inclinó su rostro á tierra, diciendo: He aquí tu sierva, para que sea sierva que lave los pies de los siervos de mi señor.
42Y levantándose luego Abigail con cinco mozas que la seguían, montóse en un asno, y siguió los mensajeros de David, y fué su mujer.
43También tomó David á Ahinoam de Jezreel, y ambas á dos fueron sus mujeres.
44Porque Saúl había dado su hija Michâl mujer de David, á Palti hijo de Lais, que era de Gallim. (1 S. 25:24‑44)
Job 32:4‑37:24• 4Y Eliú había esperado á Job en la disputa, porque eran más viejos de días que él.
5Empero viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquelllos tres varones, su furor se encendió.
6Y respondió Eliú hijo de Barachêl, Buzita, y dijo: Yo soy menor de días y vosotros viejos; He tenido por tanto miedo, y temido declararos mi opinión.
7Yo decía: Los días hablarán, Y la muchedumbre de años declarará sabiduría.
8Ciertamente espíritu hay en el hombre, E inspiración del Omnipotente los hace que entiendan.
9No los grandes son los sabios, Ni los viejos entienden el derecho.
10Por tanto yo dije: Escuchadme; Declararé yo también mi sabiduría.
11He aquí yo he esperado á vuestras razones, He escuchado vuestros argumentos, En tanto que buscabais palabras.
12Os he pues prestado atención, Y he aquí que no hay de vosotros quien redarguya á Job, Y responda á sus razones.
13Porque no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría: Lanzólo Dios, no el hombre.
14Ahora bien, Job no enderezó á mí sus palabras, Ni yo le responderé con vuestras razones.
15Espantáronse, no respondieron más; Fuéronseles los razonamientos.
16Yo pues he esperado, porque no hablaban, Antes pararon, y no respondieron más.
17Por eso yo también responderé mi parte, También yo declararé mi juicio.
18Porque lleno estoy de palabras, Y el espíritu de mi vientre me constriñe.
19De cierto mi vientre está como el vino que no tiene respiradero, Y se rompe como odres nuevos.
20Hablaré pues y respiraré; Abriré mis labios, y responderé.
21No haré ahora acepción de personas, Ni usaré con hombre de lisonjeros títulos.
22Porque no sé hablar lisonjas: De otra manera en breve mi Hacedor me consuma.
1Por tanto, Job, oye ahora mis razones, Y escucha todas mis palabras.
2He aquí yo abriré ahora mi boca, Y mi lengua hablará en mi garganta.
3Mis razones declararán la rectitud de mi corazón, Y mis labios proferirán pura sabiduría.
4El espíritu de Dios me hizo, Y la inspiración del Omnipotente me dió vida.
5Si pudieres, respóndeme: Dispón tus palabras, está delante de mí.
6Heme aquí á mí en lugar de Dios, conforme á tu dicho: De lodo soy yo también formado.
7He aquí que mi terror no te espantará, Ni mi mano se agravará sobre ti.
8De cierto tú dijiste á oídos míos, Y yo oí la voz de tus palabras que decían:
9Yo soy limpio y sin defecto; Y soy inocente, y no hay maldad en mí.
10He aquí que él buscó achaques contra mí, Y me tiene por su enemigo;
11Puso mis pies en el cepo, Y guardó todas mis sendas.
12He aquí en esto no has hablado justamente: Yo te responderé que mayor es Dios que el hombre.
13¿Por qué tomaste pleito contra él? Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones.
14Sin embargo, en una ó en dos maneras habla Dios; Mas el hombre no entiende.
15Por sueño de visión nocturna, Cuando el sueño cae sobre los hombres, Cuando se adormecen sobre el lecho;
16Entonces revela al oído de los hombres, Y les señala su consejo;
17Para quitar al hombre de su obra, Y apartar del varón la soberbia.
18Detendrá su alma de corrupción, Y su vida de que pase á cuchillo.
19También sobre su cama es castigado Con dolor fuerte en todos sus huesos,
20Que le hace que su vida aborrezca el pan, Y su alma la comida suave.
21Su carne desfallece sin verse, Y sus huesos, que antes no se veían, aparecen.
22Y su alma se acerca al sepulcro, Y su vida á los que causan la muerte.
23Si tuviera cerca de él Algún elocuente anunciador muy escogido, Que anuncie al hombre su deber;
24Que le diga que Dios tuvo de él misericordia, Que lo libró de descender al sepulcro, Que halló redención:
25Enterneceráse su carne más que de niño, Volverá á los días de su mocedad.
26Orará á Dios, y le amará, Y verá su faz con júbilo: Y él restituirá al hombre su justicia.
27El mira sobre los hombres; y el que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, Y no me ha aprovechado;
28Dios redimirá su alma, que no pase al sepulcro, Y su vida se verá en luz.
29He aquí, todas estas cosas hace Dios Dos y tres veces con el hombre;
30Para apartar su alma del sepulcro, Y para iluminarlo con la luz de los vivientes.
31Escucha, Job, y óyeme; Calla, y yo hablaré.
32Que si tuvieres razones, respóndeme; Habla, porque yo te quiero justificar.
33Y si no, óyeme tú á mí; Calla, y enseñarte he sabiduría.
1Ademas respondió Eliú, y dijo:
2Oid, sabios, mis palabras; Y vosotros, doctos, estadme atentos.
3Porque el oído prueba las palabras, Como el paladar gusta para comer.
4Escojamos para nosotros el juicio, Conozcamos entre nosotros cuál sea lo bueno;
5Porque Job ha dicho: Yo soy justo, Y Dios me ha quitado mi derecho.
6¿He de mentir yo contra mi razón? Mi saeta es gravosa sin haber yo prevaricado.
7¿Qué hombre hay como Job, Que bebe el escarnio como agua?
8Y va en compañía con los que obran iniquidad, Y anda con los hombres maliciosos.
9Porque ha dicho: De nada servirá al hombre El conformar su voluntad con Dios.
10Por tanto, varones de seso, oidme; Lejos esté de Dios la impiedad, Y del Omnipotente la iniquidad.
11Porque él pagará al hombre según su obra, Y él le hará hallar conforme á su camino.
12Sí, por cierto, Dios no hará injusticia, Y el Omnipotente no pervertirá el derecho.
13¿Quién visitó por él la tierra? ¿Y quién puso en orden todo el mundo?
14Si él pusiese sobre el hombre su corazón, Y recogiese así su espíritu y su aliento,
15Toda carne perecería juntamente, Y el hombre se tornaría en polvo.
16Si pues hay en ti entendimiento, oye esto: Escucha la voz de mis palabras.
17¿Enseñorearáse el que aborrece juicio? ¿Y condenarás tú al que es tan justo?
18¿Hase de decir al rey: Perverso; Y á los príncipes: Impíos?
19¿Cuánto menos á aquel que no hace acepción de personas de príncipes, Ni el rico es de él más respetado que el pobre? Porque todos son obras de sus manos.
20En un momento morirán, y á media noche Se alborotarán los pueblos, y pasarán, Y sin mano será quitado el poderoso.
21Porque sus ojos están sobre los caminos del hombre, Y ve todos sus pasos.
22No hay tinieblas ni sombra de muerte Donde se encubran los que obran maldad.
23No carga pues él al hombre más de lo justo, Para que vaya con Dios á juicio.
24El quebrantará á los fuertes sin pesquisa, Y hará estar otros en su lugar.
25Por tanto él hará notorias las obras de ellos, Cuando los trastornará en la noche, y serán quebrantados.
26Como á malos los herirá En lugar donde sean vistos:
27Por cuanto así se apartaron de él, Y no consideraron todos sus caminos;
28Haciendo venir delante de él el clamor del pobre, Y que oiga el clamor de los necesitados.
29Y si él diere reposo, ¿quién inquietará? Si escondiere el rostro, ¿quién lo mirará? Esto sobre una nación, y lo mismo sobre un hombre;
30Haciendo que no reine el hombre hipócrita Para vejaciones del pueblo.
31De seguro conviene se diga á Dios: Llevado he ya castigo, no más ofenderé:
32Enséñame tú lo que yo no veo: Que si hice mal, no lo haré más.
33¿Ha de ser eso según tu mente? El te retribuirá, ora rehuses, Ora aceptes, y no yo: Di si no, lo que tú sabes.
34Los hombres de seso dirán conmigo, Y el hombre sabio me oirá:
35Que Job no habla con sabiduría, Y que sus palabras no son con entendimiento.
36Deseo yo que Job sea probado ampliamente, A causa de sus respuestas por los hombres inicuos.
37Porque á su pecado añadió impiedad: Bate las manos entre nosotros, Y contra Dios multiplica sus palabras.
1Y procediendo Eliú en su razonamiento, dijo:
2¿Piensas ser conforme á derecho Esto que dijiste: Más justo soy yo que Dios?
3Porque dijiste: ¿Qué ventaja sacarás tú de ello? ¿O qué provecho tendré de mi pecado?
4Yo te responderé razones, Y á tus compañeros contigo.
5Mira á los cielos, y ve, Y considera que las nubes son más altas que tú.
6Si pecares, ¿qué habrás hecho contra él? Y si tus rebeliones se multiplicaren, ¿qué le harás tú?
7Si fueres justo, ¿qué le darás á el? ¿O qué recibirá de tu mano?
8Al hombre como tú dañará tu impiedad, Y al hijo del hombre aprovechará tu justicia.
9A causa de la multitud de las violencias clamarán, Y se lamentarán por el poderío de los grandes.
10Y ninguno dice: ¿Dónde está Dios mi Hacedor, Que da canciones en la noche,
11Que nos enseña más que á las bestias de la tierra, Y nos hace sabios más que las aves del cielo?
12Allí clamarán, y él no oirá, Por la soberbia de los malos.
13Ciertamente Dios no oirá la vanidad, Ni la mirará el Omnipotente.
14Aunque más digas, No lo mirará; Haz juicio delante de él, y en él espera.
15Mas ahora, porque en su ira no visita, Ni conoce con rigor,
16Por eso Job abrió su boca vanamente, Y multiplica palabras sin sabiduría.
1Y añadió Eliú, y dijo:
2Espérame un poco, y enseñarte he; Porque todavía tengo razones en orden á Dios.
3Tomaré mi noticia de lejos, Y atribuiré justicia á mi Hacedor.
4Porque de cierto no son mentira mis palabras; Contigo está el que es íntegro en sus conceptos.
5He aquí que Dios es grande, mas no desestima á nadie; Es poderoso en fuerza de sabiduría.
6No otorgará vida al impío, Y á los afligidos dará su derecho.
7No quitará sus ojos del justo; Antes bien con los reyes los pondrá en solio para siempre, Y serán ensalzados.
8Y si estuvieren prendidos en grillos, Y aprisionados en las cuerdas de aflicción,
9El les dará á conocer la obra de ellos, Y que prevalecieron sus rebeliones.
10Despierta además el oído de ellos para la corrección, Y díce les que se conviertan de la iniquidad.
11Si oyeren, y le sirvieren, Acabarán sus días en bien, y sus años en deleites.
12Mas si no oyeren, serán pasados á cuchillo, Y perecerán sin sabiduría.
13Empero los hipócritas de corazón lo irritarán más, Y no clamarán cuando él los atare.
14Fallecerá el alma de ellos en su mocedad, Y su vida entre los sodomitas.
15Al pobre librará de su pobreza, Y en la aflicción despertará su oído.
16Asimismo te apartaría de la boca de la angustia A lugar espacioso, libre de todo apuro; Y te asentará mesa llena de grosura.
17Mas tú has llenado el juicio del impío, En vez de sustentar el juicio y la justicia.
18Por lo cual teme que en su ira no te quite con golpe, El cual no puedas apartar de ti con gran rescate.
19¿Hará él estima de tus riquezas, ni del oro, Ni de todas las fuerzas del poder?
20No anheles la noche, En que desaparecen los pueblos de su lugar.
21Guárdate, no tornes á la iniquidad; Pues ésta escogiste más bien que la aflicción.
22He aquí que Dios es excelso con su potencia; ¿Qué enseñador semejante á él?
23¿Quién le ha prescrito su camino? ¿Y quién le dirá: Iniquidad has hecho?
24Acuérdate de engrandecer su obra, La cual contemplan los hombres.
25Los hombres todos la ven; Mírala el hombre de lejos.
26He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos; Ni se puede rastrear el número de sus años.
27El reduce las gotas de las aguas, Al derramarse la lluvia según el vapor;
28Las cuales destilan las nubes, Goteando en abundancia sobre los hombres.
29¿Quién podrá tampoco comprender la extensión de las nubes, Y el sonido estrepitoso de su pabellón?
30He aquí que sobre él extiende su luz, Y cobija con ella las raíces de la mar.
31Bien que por esos medios castiga á los pueblos, A la multitud da comida.
32Con las nubes encubre la luz, Y mándale no brillar, interponiendo aquéllas.
33Tocante á ella anunciará el trueno, su compañero, Que hay acumulación de ira sobre el que se eleva.
1A ésto también se espanta mi corazón, Y salta de su lugar.
2Oid atentamente su voz terrible, y el sonido que sale de su boca.
3Debajo de todos los cielos lo dirige, Y su luz hasta los fines de la tierra.
4Después de ella bramará el sonido, Tronará él con la voz de su magnificencia; Y aunque sea oída su voz, no los detiene.
5Tronará Dios maravillosamente con su voz; El hace grandes cosas, que nosotros no entendemos.
6Porque á la nieve dice: Desciende á la tierra; También á la llovizna, Y á los aguaceros de su fortaleza.
7Así hace retirarse á todo hombre, Para que los hombres todos reconozcan su obra.
8La bestia se entrará en su escondrijo, Y estaráse en sus moradas.
9Del mediodía viene el torbellino, Y el frío de los vientos del norte.
10Por el soplo de Dios se da el hielo, Y las anchas aguas son constreñidas.
11Regando también llega á disipar la densa nube, Y con su luz esparce la niebla.
12Asimismo por sus designios se revuelven las nubes en derredor, Para hacer sobre la haz del mundo, En la tierra, lo que él les mandara.
13Unas veces por azote, otras pos causa de su tierra, Otras por misericordia las hará parecer.
14Escucha esto, Job; Repósate, y considera las maravillas de Dios.
15¿Supiste tú cuándo Dios las ponía en concierto, Y hacía levantar la luz de su nube?
16¿Has tú conocido las diferencias de las nubes, Las maravillas del Perfecto en sabiduría?
17¿Por qué están calientes tus vestidos Cuando se fija el viento del mediodía sobre la tierra?
18¿Extendiste tú con él los cielos, Firmes como un espejo sólido?
19Muéstranos qué le hemos de decir; Porque nosotros no podemos componer las ideas á causa de las tinieblas.
20¿Será preciso contarle cuando yo hablaré? Por más que el hombre razone, quedará como abismado.
21He aquí aún: no se puede mirar la luz esplendente en los cielos, Luego que pasa el viento y los limpia,
22Viniendo de la parte del norte la dorada claridad. En Dios hay una majestad terrible.
23El es Todopoderoso, al cual no alcanzamos, grande en potencia; Y en juicio y en multitud de justicia no afligirá.
24Temerlo han por tanto los hombres: El no mira á los sabios de corazón. (Job 32:4‑37:24)