La Palabra de Dios nos enseña que en sus comienzos el gobierno de la Iglesia fue confiado a ancianos establecidos a este efecto por los apóstoles y sus delegados, bajo la conducción del Espíritu Santo. El orden de la congregación cristiana y todo lo que se le relacionaba, estaba a cargo de ellos y de los diáconos. Sin hablar de la pobre imitación que el clero ha hecho de esta institución divina cuando la infidelidad de la Iglesia le ha privado del orden establecido por la Palabra, ¿habría exageración en decir que una tendencia a confiar todo o parte del gobierno eclesiástico en las manos de las mujeres parece acentuarse hoy de más en más entre las sectas cristianas? Y se jactan de ello. Hasta verdaderos cristianos tratan de probar que debe ser así, que esto es según Dios, que demuestra un estado floreciente de la cristiandad; y como apoyo a sus afirmaciones, entre otros ejemplos, citan a Débora.
Veamos pues quién era Débora. Mujer de fe, activa como su nombre lo indica, posee un sentimiento profundo del estado humillante en que ha caído el pueblo de Dios: ella ve cual un oprobio para los conductores de su pueblo el hecho de que Jehová haya confiado una actividad pública a una mujer. No obstante tener y ejercer una autoridad de parte de Dios —pues, Israel subía a ella a juicio— Débora guarda en estas circunstancias que podrían esconder para ella un peligro, la posición asignada por la Palabra de Dios a la mujer. Ella no sería una mujer de fe si no le obedeciera.
¿Dónde ejerce Débora sus funciones? ¿Acaso se la ve como otros jueces, recorrer el territorio de Israel o encabezar sus ejércitos? Nada semejante: y no es sin razón que el relato sagrado indica el lugar donde está: “Débora habitaba debajo de una palma”. Aunque plenamente reconocida como profetisa y juez en Israel, ella no abandona el dominio que Dios le ha asignado. ¿Puede haber otro mejor? Sumisa a Dios, gozando luz (pues el nombre de su esposo significa lámpara), bajo la protección de la paz y confiando en la victoria que la palma simboliza, es desde allí que hace llamar a Barac en vez de acudir a él.
Barac se halla en la lista de los hombres de fe, contado por la Palabra de Dios entre los que salvaron a Israel (Hebreos 11:3232And what shall I more say? for the time would fail me to tell of Gedeon, and of Barak, and of Samson, and of Jephthae; of David also, and Samuel, and of the prophets: (Hebrews 11:32)); pero Barac es un hombre sin carácter, sin energía moral que carece de confianza en Dios. No esperéis ver en un tiempo de ruina a los instrumentos que Dios emplea, poseyendo el conjunto de los recursos divinos. No solamente el número de los obreros de la mies es reducido, pero ¡de qué manera los dones del Espíritu se hallan poco acentuados hoy, hasta su ausencia está cruelmente resentida entre los creyentes! Su falta de carácter hace desear a Barac ser la ayuda de la mujer, cuando la mujer, según Génesis 2:18,18And the Lord God said, It is not good that the man should be alone; I will make him an help meet for him. (Genesis 2:18) es la ayuda del hombre. Invierte el orden establecido por Dios: rebaja la capacidad que Dios le ha dado, y lo que es peor, busca hacer salir a Débora de su posición normal: “Si fueres conmigo, yo iré, pero si no fueres conmigo, no iré ... Iré contigo” responde Débora. Ella puede acompañar a Barac sin salir de su posición normal, como en otros tiempos santas mujeres iban con el Señor Jesús, haciéndose Sus siervas para proveer a Sus necesidades (Lucas 8:2-32And certain women, which had been healed of evil spirits and infirmities, Mary called Magdalene, out of whom went seven devils, 3And Joanna the wife of Chuza Herod's steward, and Susanna, and many others, which ministered unto him of their substance. (Luke 8:2‑3)).
Si el acto de Débora es bueno, el motivo de Barac es malo y lo reprende: “Iré contigo, mas no será tu honra en el camino que vas; porque en mano de mujer venderá Jehová a Sísara” (versículo 9). ¿Cuál es el fondo, el motivo de Barac para que Débora lo acompañara? Quería depender de Dios, pero no sin un apoyo humano y visible: el mundo cristiano está lleno de tales almas. Tan miserablemente se realiza la presencia de Dios, el conocimiento de Su voluntad es tan débil, el andar del cristiano tan poco seguro, que para recorrer el camino de Dios se prefiere más bien confiar en un intermediario que depender única y directamente de Él. Se tiene “directores de conciencia”, de los cuales se sigue los avisos en lugar de permanecer bajo la conducción del Señor y tener Su Espíritu y Su Palabra por alimento y poder. ¿Qué sucede si “el director” se equivoca? En cambio el Señor es infalible; pero Él no contesta sino a la fe, y es esto lo que a menudo falta. La fiel Débora no aprueba a Barac en su falta de confianza en Dios, él llevará sus consecuencias; pero ¡cuán hermoso es seguir con nuestra mirada a esa pareja en un carro de guerra, subir al monte Tabor! ¿No evoca en nuestro pensamiento a Cristo y a la Iglesia?
Heber y Jael, familia de los Cineos de quienes hemos hablado en el capítulo primero, se encuentran aquí. En esos tiempos de turbación para Israel, Heber había hallado bien separarse de su tribu y levantar su tienda en el norte de Canaán, lugar que le pareciera más seguro; sin embargo, ahora se halla sobre el paso de los ejércitos enemigos. Además había paz entre Jabín, rey de Asor y la casa de Heber (versículo 7). ¿Se hallaría esa paz fundada sobre la justicia y sería fruto de la fe? No lo creemos. Heber se separa del abatido pueblo de Dios, obrando como un cristiano que sacudiera de sus hombros la responsabilidad del triste estado moral de la Iglesia. Esta paz concluida con el enemigo, con motivo de no ser inquietado por Jabín, no podía estribarse sino sobre concesiones deshonrosas. Ser neutral, pertenecer a un partido político o a una junta militar es común en el pueblo cristiano. Sin embargo Heber tenía la dicha de estar unido a una mujer fiel, una digna hijo de los Cineos; ella no quería una seguridad comprada al precio de un compromiso con el mundo, no compartía los sentimientos de su esposo a este respecto. Su corazón estaba enteramente con “el Israel de Dios”; ser neutral es posición falsa al tratarse de los enemigos de Dios: “El que no es conmigo, contra Mí es: el que conmigo no recoge, desparrama” (Lucas 11:2323He that is not with me is against me: and he that gathereth not with me scattereth. (Luke 11:23)).
“Vinieron pues las nuevas a Sísara cómo Barac hijo de Abinoam había subido al monte Tabor. Y reunió Sísara todos sus carros, novecientos carros herrados” (versículos 12-13). ¡Pequeño cuadro, pero hermoso, porque evoca una escena profética mucho más amplia y gloriosa! Es también el momento en que, rodeado de enemigos, el creyente precisa fuerza y los ojos de la fe deben estar abiertos. El monte Tabor es el lugar de la elección de Dios, Barac hará la experiencia de su poder; porque para Aquel cuyos carros son veinte mil y más millares de ángeles (Salmo 68:1717The chariots of God are twenty thousand, even thousands of angels: the Lord is among them, as in Sinai, in the holy place. (Psalm 68:17)), ¿qué son los novecientos carros herrados de Sísara? Sin embargo, Barac precisa todavía fortalecer su débil fe: no ve a Jehová delante de él, es como el siervo de Eliseo que no ve la montaña llena de gente de a caballo y carros de fuego (2 Reyes 6:1717And Elisha prayed, and said, Lord, I pray thee, open his eyes, that he may see. And the Lord opened the eyes of the young man; and he saw: and, behold, the mountain was full of horses and chariots of fire round about Elisha. (2 Kings 6:17)).
“Entonces Débora dijo a Barac: Levántate” —es la segunda vez, su flaqueza y falta de fe podría comprometer el éxito de la lucha— “Jehová ha entregado a Sísara en tus manos” (versículo 14). Por la claridad de su fe, Débora ve ya al enemigo vencido, entregado en mano de su compañero: sus ojos ven a Jehová delante de los ejércitos de Israel. “¿No ha salido Jehová delante de ti?” Esto es el secreto de la fe que lleva a la victoria: “Y Barac descendió del monte de Tabor y diez mil hombres en pos de él”. Ni Débora ni Barac, ni este puñadito de hombres, ni Israel entero hubieran podido hacer la menor brecha en los ejércitos enemigos si Jehová no hubiese salido delante de ellos; pero para verle era menester los ojos de la fe.
¿Ha experimentado esta fe el luchador cristiano? ¿Está su correr precedido por el Señor mismo? Barac obtiene la victoria con sus diez mil hombres en pos de él porque es Jehová quien “desbarató a Sísara con todo su ejército a filo de espada delante de Barac” (versículo 15). Débora, la mujer de fe, no juega ningún rol, sino indica a Barac lo que él mismo no es capaz de discernir, es decir la presencia de Jehová. El ejército enemigo es derrotado: “Barac siguió los carros y el ejército ... y todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada, hasta no quedar ni uno” (versículo 16): su jefe se ve obligado a huir a pie despojado de su potencia, sus carros, y se acoge en la tienda de Jael, mujer de Heber, creyendo encontrar allí un amparo seguro. “Y saliendo Jael a recibir a Sísara díjole: ven señor mío, ven a mí, no tengas temor”: y él vino a la tienda, y ella le cubrió con una manta (versículo 18). En lugar de agua que le ha pedido le dio leche, en tazón de nobles le presentó cuajada y le tornó a cubrir.
No debemos olvidar que estamos aquí en el Antiguo Testamento, y que Jael como otros muchos de su tiempo, actúa según el Espíritu de Dios frente a un enemigo que debe ser muerto. Llegará también el día cuando un espíritu de error enviado de Dios, se apoderará de los que no han recibido el amor de la verdad para ser salvos (2 Tesalonicenses 2:1111And for this cause God shall send them strong delusion, that they should believe a lie: (2 Thessalonians 2:11)). El cristiano no sanciona la mentira ni la falsedad, sin embargo discierne en las palabras de Jael, como en las de Rahab (Josué 2:33And the king of Jericho sent unto Rahab, saying, Bring forth the men that are come to thee, which are entered into thine house: for they be come to search out all the country. (Joshua 2:3).6), la inteligencia de un alma recta delante de Dios y consciente de estar en su mano para cumplir su juicio.
Vencido ya, Sísara se entregó al sueño, preludio de la muerte, bajo la manta de una falsa seguridad que halló en la tienda que creía ser neutral: es bajo esa manta, la manta de una falsa paz para muchos cristianos, que el enemigo va a recibir el golpe de muerte. En presencia de este hombre, enemigo del pueblo de Dios, Jael se muestra implacable: “Tomó una estaca de la tienda, y poniendo un mazo en su mano, vino a él calladamente y metióle la estaca en la sien, y enclavólo en la tierra” (versículo 21). Su instrumento para cooperar en la salvación de Israel no es un puñal, ni una aguijada de bueyes, ni el carro de Barac; Jael no tiene otras armas que los útiles de la mujer que cuida la tienda. Es con ellos que asesta el golpe fatal en la cabeza del enemigo. Como Débora, como toda mujer de fe, Jael no se aleja de los límites de su domicilio; la mujer debe combatir al enemigo en el lugar y con las armas que Dios le confía para cooperar a la victoria del pueblo entero.
En esa parte de la historia de Israel, la fe brilla en las mujeres; Jael no busca una ayuda como lo hizo Barac; su esposo no está con ella; y ¿qué hubiera hecho él? Jael no depende más que de Jehová; como mujer de Heber el Cineo, dio albergue al hombre con quien su marido había hecho falsa paz; mas bajo la dependencia de Dios, ella empuña el mazo y la estaca y magulla la cabeza del enemigo. Preludio del cumplimiento de lo que le fue anunciado ya; la simiente de la mujer te aplastará la cabeza (Génesis 3:1515And I will put enmity between thee and the woman, and between thy seed and her seed; it shall bruise thy head, and thou shalt bruise his heel. (Genesis 3:15)). Jael en su tienda es vencedora de quien había vencido a Eva en el jardín de Edén, del que quedaba por magullar la cabeza. Unida a los escuadrones de Israel combate bajo su tienda, mejor que un hombre; un sólo temblor lo habría comprometido todo; también Débora en su cántico dirá: “Bendita entre todas las mujeres sea Jael” (capítulo 5:24).
Barac persigue a Sísara, pero llega tarde: cuando entra en la tienda de Jael, ve al enemigo caído ya. ¡Qué sentimiento de humillación ha debido experimentar este capitán viendo el honor de la victoria dado a una mujer, en el camino de Dios, donde él, jefe y juez de Israel, no había querido marchar sino con falta de fe! Sí, ¡honor a estas mujeres! Fueron los instrumentos de Dios para despertar en los hijos de Su pueblo el sentimiento de su responsabilidad. Pero una vez despertados, todos están firmes contra el enemigo; “La mano de los hijos de Israel comenzó a crecer y fortalecerse contra Jabín rey de Canaán, hasta que lo destruyeron” (versículo 24). Jehová acaba de operar una salvación maravillosa por medio de dos vasos “más frágiles” (1 Pedro 2:77Unto you therefore which believe he is precious: but unto them which be disobedient, the stone which the builders disallowed, the same is made the head of the corner, (1 Peter 2:7)), y un hombre sin carácter; exaltando así Su poder puesto al servicio de Su gracia a través de la flaqueza de los instrumentos.