Oseas

Hosea
El tiempo, el tema y el estilo de la profecía de Oseas
El profeta Oseas profetizó durante el mismo período de tiempo que Isaías; pero está más ocupado con la condición existente del pueblo, y especialmente de Israel, aunque a menudo habla de Judá de la misma manera. Su profecía es más simple en su carácter que la de Isaías. Su estilo, por el contrario, es extremadamente enérgico y lleno de transiciones abruptas. El reinado de ese rey de Israel, que se da como fecha a la profecía, fue exteriormente un momento de prosperidad para esa porción de la tierra. La profecía misma nos informará de su condición moral. La paciencia de Dios soportó mucho tiempo con la rebelión de su pueblo que se apiadó de su aflicción (véase 2 Reyes 17), aun cuando esta paciencia pudiera ser un testimonio del verdadero carácter del Dios que la ejercía, y no negaba la santidad y la justicia, ni daba sanción al pecado, para que todavía fuera posible bendecir al pueblo, sin sacrificar todo testimonio verdadero (incluso a los ojos de los paganos) de lo que Dios es, en una palabra, “Hasta que no haya remedio”.
La longitud del testimonio de Oseas a Israel
Jeroboam reinó durante un período que comenzó algunos años antes de los reinados de Uzías, etc., reyes de Judá. Uzías comenzó su reinado catorce años antes del final del reinado de Jeroboam. Reinó cincuenta y dos años; Jotam reinó dieciséis años; Acaz, dieciséis años; Ezequías, veintinueve años. De modo que Oseas profetizó más de cincuenta años,1 y tal vez más; siendo testigo, durante esos largos años, de la rebelión de Israel contra Jehová, su corazón se entristeció y quebrantó por la iniquidad de un pueblo a quien amaba, y cuya felicidad, como pueblo de Jehová, tenía en el corazón.
(1. El reinado de Jotam fue en alguna parte, posiblemente la mayor parte, coincidente con el de Uzías, que fue apartado como leproso.)
La doble división de la profecía
La profecía de Oseas se divide en dos partes: la revelación de los propósitos de Dios con respecto a Israel; y las protestas que el profeta dirige al pueblo en el nombre de Jehová.
En esta última parte habla con frecuencia de Israel como un todo; con frecuencia también distingue entre Israel o Efraín y Judá. Pero no veo que se dirija directamente a Efraín (es decir, a las diez tribus). Él habla de Efraín, pero no a Efraín. Además, este es el carácter general de su profecía: una especie de lamentación prolongada, expresando su angustia por la condición del pueblo, mientras revela todos los tratos de Dios hacia ellos, excepto el capítulo 14, en el que llama a Israel al arrepentimiento que tendrá lugar en los últimos días.