En la segunda epístola a Timoteo, capítulo dos, el creyente nos es presentado bajo siete aspectos: como hijo (versículo 1); soldado (versículo 3); atleta (versículo 5); labrador (versículo 6); obrero (versículo 15); vaso (versículo 21); y siervo (versículo 24).
Cada uno de esos caracteres va acompañado de una exhortación adecuada. Como hijo, Timoteo es exhortado a ser fuerte en la gracia; la gracia acompaña al hijo, como la ley al siervo —así lo aprendemos de los gálatas—. Como soldado, Timoteo es exhortado a sufrir trabajos, y a no embarazarse en los negocios de la vida; estos son los buenos elementos de la buena milicia. Como vaso, debe ser limpiado, reservado; como siervo, manso, paciente; y así sucesivamente.
En el versículo 15, le es indicado cuanto de él se requiere como obrero: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad” (versión Reina-Valera Antigua).
Así, pues, la Palabra de Verdad tiene sus propias divisiones, y debe ser evidente que, sin observarlas, no es posible ser “obrero que no tiene de qué avergonzarse”, de manera que todo estudio de la Palabra, ajeno a esas divisiones, debe ser en gran medida falto de claridad y de provecho. Muchos cristianos confiesan francamente cuan pesado hallan el estudio de la Biblia; mayor es el número de los que no se atreven a confesarlo.
El objeto de este tratado es indicar las divisiones más importantes de la Palabra de Verdad. Es evidente la imposibilidad de hacerlo por completo sin un análisis exacto de la Biblia; pero damos lo suficiente para que el estudiante aplicado pueda percibir los mayores rasgos de la verdad, y algo de la belleza y simetría ordenadas de la Palabra de Dios que, a primera vista parece una mera confusión de ideas sin armonía ni enlace.
Exhortamos al estudiante a no recibir una sola doctrina fundándose en la autoridad de este tratado, sino que escudriñe diariamente las Escrituras, como los de Berea (Hechos 17:1111These were more noble than those in Thessalonica, in that they received the word with all readiness of mind, and searched the scriptures daily, whether those things were so. (Acts 17:11)), para averiguar su veracidad. No apelamos a la autoridad humana. La unción que “recibisteis de Él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe” (1 Juan 2:27).