Palabra fiel: Si alguno apetece obispado, buena obra desea.
Conviene, pues, que el obispo sea irreprensible, marido de una mujer, solícito, templado, compuesto, hospedador, apto para enseñar;
No amador del vino, no heridor, no codicioso de torpes ganancias, sino moderado, no litigioso, ajeno de avaricia;
Que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda honestidad;
(Porque el que no sabe gobernar su casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)
No un neófito, porque inflándose no caiga en juicio del diablo.
También conviene que tenga buen testimonio de los extraños, porque no caiga en afrenta y en lazo del diablo.
Los diáconos asimismo, deben ser honestos, no bilingües, no dados á mucho vino, no amadores de torpes ganancias;
Que tengan el misterio de la fe con limpia conciencia.
Y éstos también sean antes probados; y así ministren, si fueren sin crimen.
Las mujeres asimismo, honestas, no detractoras, templadas, fieles en todo.
Los diáconos sean maridos de una mujer, que gobiernen bien sus hijos y sus casas.
Porque los que bien ministraren, ganan para sí buen grado, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús.
Esto te escribo con esperanza que iré presto á ti:
Y si no fuere tan presto, para que sepas cómo te conviene conversar en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y apoyo de la verdad.
Y sin cotradicción, grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne; ha sido justificado con el Espíritu; ha sido visto de los ángeles; ha sido predicado á los Gentiles; ha sido creído en el mundo; ha sido recibido en gloria.