Capítulo 16

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"Cuanto a la colecta para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros aparte en su casa, guardando lo que por la bondad de Dios pudiere; para que cuando yo llegare, no se hagan colectas" (vvss. 1-2).
En el texto griego del Nuevo Testamento, no hay ni capítulos ni versos. Es muy conveniente tenerlos, para poder encontrar fácilmente cualquier pasaje de las Sagradas Escrituras, tanto los del Antiguo Testamento como los del Nuevo, pero el texto inspirado griego no los tiene. Así que, los traductores a veces rompieron la conexión de pensamiento, como se ve aquí: el primer versículo del capítulo 16 es conectado con el último del capítulo 15: "estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es vano." Una parte íntegra de la obra del Señor es ayudar a los hermanos pobres en sus necesidades apremiantes. Para esto, no se requiere ningún don especial: todos los cristianos pueden ayudar los unos a los otros. Pero, visto que casi todos son económicamente pobres, tanto hoy como en aquel entonces, vemos la sabiduría divina en la exhortación que el Apóstol Pablo dio a los corintios y, por extenso, a nosotros también: para acumular la suma grande necesaria para ayudar a los muchos hermanos pobres y perseguidos de Jerusalén, él exhortó a los hermanos corintios a que apartasen cada uno en su casa (no en la ofrenda de la asamblea) lo que por la bondad de Dios pudiere, quizás muy poco cada domingo (o sea el primer día de la semana cuando Cristo resucitó para nuestra justificación), pero con el tiempo llegando a ser una suma considerable. Pablo no quería hacer colectas cuando llegase a Corinto. "Si primero hay la voluntad pronta, será acepta por lo que tiene, no por lo que no tiene" (2ª Co. 8:12).
"Y cuando habré llegado, los que aprobareis por cartas, a éstos enviaré que lleven vuestro beneficio a Jerusalem. Y si fuere digno el negocio de que yo también vaya, irán conmigo" (vvss. 3, 4).
En 2ª Co. 8:20, 21 leemos: "evitando que nadie nos vitupere en esta abundancia que ministramos; procurando las cosas honestas, no sólo delante del Señor, mas aun delante de los hombres." Pablo cuidó de no dar lugar a Satanás y una insinuación de que él había tomado todo o una parte de los fondos donados por los hermanos de Corinto para los pobres de Jerusalén. Es de suma importancia que dos hermanos, o tres, se encarguen de los fondos de la asamblea cristiana, no uno solo. Es de igual importancia que los tesoreros lleven contabilidad en una libreta. Entonces cualquier hermano que quiera enterarse del negocio puede averiguarlo.
"Y a vosotros iré, cuando hubiere pasado por Macedonia, porque por Macedonia tengo de pasar; y podrá ser que me quede con vosotros, o invernaré también, para que vosotros me llevéis a donde hubiere de ir. Porque no os quiero ahora ver de paso; porque espero estar con vosotros algún tiempo, si el Señor lo permitiere" (vvss. 5-7).
Parece que antes de que llegaran Estéfanas, Fortunato y Achaico, los tres hermanos de Corinto, con las novedades acerca de la asamblea en esa, Pablo había pensado en irse directamente a Corinto, y después a Macedonia (comp. 2ª Co. 1:15, 16); pero al darse cuenta del grave estado espiritual de ella, se vio obligado, no solamente a escribirles su primera epístola, sino a esperar un tiempo hasta que la asamblea se hubiera arrepentido del pecado no juzgado en medio de ella, y se hubiera mostrado limpia en el negocio. (Véase 2ª Co. 7:8-11). Pablo no quería irse a Corinto con la vara apostólica en la mano, sino con amor y espíritu de mansedumbre (véase 1ª Co. 4:21).
"Empero estaré en Efeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios" (vvss. 8-9).
Si Dios está obrando, el enemigo se opone; por eso no hay que abandonar el sitio. Si Dios no está obrando, la gente no presta el oído: la puerta no está abierta, y el siervo del Señor espera que sea guiado a otro lugar.
"Y si llegare Timoteo, mirad que esté con vosotros seguramente; porque la obra del Señor hace también como yo. Por tanto, nadie le tenga en poco; antes, llevadlo en paz, para que venga a mí; porque lo espero con los hermanos" (vvss. 10, 11).
Pablo había enviado a Timoteo y Erasto (el tesorero de la ciudad de Corinto, Ro. 16:23) a Macedonia (Hch. 19:22). Por si acaso llegasen a Corinto también, incluyó en su epístola a los corintios una carta muy especial de recomendación para Timoteo.
"Acerca del hermano Apolos, mucho le he rogado que fuese a vosotros con los hermanos; mas en ninguna manera tuvo voluntad de ir por ahora; pero irá cuando tuviere oportunidad" (v. 12).
Había siervos del Señor, como Timoteo, Tito, Artemas y Tychico, los cuales Pablo, con autoridad apostólica y con amor, enviaba a distintos lugares en el servicio del Señor. Esa autoridad no fue transmitida a otros, más bien el mismo Pablo encomendó a los ancianos de Éfeso "a Dios, y a la palabra de Su gracia" (Hch. 20:32), no al obispo Fulano de Tal.
Por otro lado, había siervos del Señor que no fueron llamados por medio del ministerio de Pablo y que servían individualmente al Señor, Apolos, por ejemplo. Pablo no le mandó a Apolos a que fuese a los corintios, sino solamente le rogó; pero Apolos, enterado ya del estado de las cosas en Corinto, tampoco quería irse allá en ese tiempo; iría más tarde.
"Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con caridad" (vvss. 13, 14).
Pablo esperaba ansiosamente que hubiera un arrepentimiento profundo entre los corintios; sin embargo, no dejaba de reconocerles como asamblea de Dios (véase 1ª Co. 1:2), y de exhortarles a que velasen y permaneciesen firmes en la fe. El cristiano no debe ceder nunca al enemigo. Portémonos varonilmente, y esforcémonos.
Hay tres "todos" en la Corintios: "hágase todo para edificación [...] hágase todo decentemente y con orden [...] todas vuestras cosas sean hechas con caridad [amor]" (14:26, 40; 16:14). Aquí, "portaos varonilmente, y esforzaos" está relacionado con "sean hechas todas vuestras cosas con amor." Hay una tendencia entre algunos cristianos, mientras contienden "eficazmente por la fe que ha sido dada una vez a los santos" (Judas 3), de olvidar la necesidad de hacer todas las cosas con amor.
"Y os ruego, hermanos, (ya sabéis que la casa de Estéfanas es las primicias en Acaya, y que se han dedicado al ministerio de los santos,) que vosotros os sujetéis a los tales, y a todos los que ayudan y trabajan" (vvss. 15, 16).
Aquí se ve un principio muy importante con respecto al gobierno en la iglesia de Dios en la tierra: "que os sujetéis a los tales." La casa de Estéfanas (uno de los tres hermanos que vinieron a verse con Pablo en Éfeso) no era meramente las primicias de Acaya para Cristo, sino mucho más: se había dedicado u ofrecido al servicio de los santos con amor y constancia. En las dos epístolas de Pablo a los corintios, es de notar que no se menciona ni una sola vez la presencia de "ancianos" (u obispos) y de "diáconos" (o siervos). Sin embargo, son estas dos epístolas las que nos instruyen, quizás más que cualesquiera otras, en el funcionamiento de la asamblea cristiana. El Señor previó el día cuando la iglesia en este mundo sería dividida en muchísimas sectas formadas por los hombres hablando cosas perversas (véase Hch. 20:30); Él no podría señalar, apostólicamente o de otra manera, obispos y diáconos en secta alguna, así aprobándola. Por eso, nos ha dado instrucciones inspiradas y suficientes para poder reconocer a los que son dignos de ser respetados por su dedicación al bienestar espiritual de las ovejas del Señor. Son conocidos por su fruto. A la asamblea muy joven de Tesalónica Pablo escribió: "y os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima por amor de su obra. Tened paz los unos con los otros" (1ª Tes. 5:12, 13). "Por sus frutos los conoceréis." Y en 1ª Ti. cap 3 y Tito cap. 1 tenemos listas inspiradas de las cualidades necesarias en el anciano u obispo; en la medida que un hermano despliega tales cualidades, en la misma los santos deben respetarlo y sujetarse a él y otros semejantes. De esta manera sana y segura se lleva a cabo el gobierno de la asamblea sin necesidad de "ancianos" (u obispos) y de "diáconos" (o siervos en las cosas materiales) oficialmente señalados.
"Huélgome de la venida de Estéfanas y de Fortunato y de Achaico: porque éstos suplieron lo que a vosotros faltaba. Porque recrearon mi espíritu y el vuestro: reconoced pues a los tales" (vvss. 17, 18).
Nos parece que no sólo Estéfanas, sino Fortunato y Achaico también, eran hermanos en Corinto que habían ganado la confianza de la hermandad por el fiel servicio que habían rendido. Por eso el Apóstol dijo : "Reconoced pues a los tales", sin señalarlos como "ancianos" u "obispos."
"Las iglesias de Asia os saludan" (v. 19). En aquel entonces no había ninguna división todavía en la iglesia cristiana en la tierra; todas se reconocían como miembros del mismo cuerpo de Cristo y se saludaban cariñosamente.
"Os saludan mucho en el Señor Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa" (v. 19).
Desde el día de Pentecostés, los creyentes en el Señor Jesucristo se reunían "en las casas." Los judíos convertidos a Dios no podían reunirse en el templo lleno de inconversos para rendir culto al Señor, aunque es cierto que daban testimonio a Cristo como su Salvador: perseveraban "unánimes cada día en el templo" [dando su testimonio], y partían "el pan en las casas" [recordando la muerte del Señor] (Hch. 2: 46). Fuera de Jerusalén, entre los gentiles convertidos, las Escrituras hacen mención de no menos de tres hogares en donde la iglesia se reunía: los de Aquila y Priscila, de Nimfas y de Filemón (Ro. 16:5; 1ª Co. 16:19; Col. 4:1515Salute the brethren which are in Laodicea, and Nymphas, and the church which is in his house. (Colossians 4:15) y Flm. 2). No todo hogar es un lugar apropiado para las reuniones cristianas. Precisa de un padre de familia de madurez espiritual. Conviene que tenga, a lo menos en su mayoría, las cualidades mencionadas en 1ª Ti. 3:1-7. Debe tener una esposa dedicada a la hospitalidad, dispuesta también a sacrificar el carácter privado de su casa, pues los creyentes, con sus hijos y niños, suelen tratar el lugar de reuniones en un hogar como si fuera propiedad suya.
Hemos presenciado reuniones en casas pequeñas en donde la gente casi no cabía. Para proveer asientos, tablas largas fueron colocadas sobre dos o tres sillas puestas en un lado sobre el piso, y todo hecho rápidamente.
En una palabra, los esposos cristianos en cuyos hogares los creyentes se reúnen tienen un gran privilegio, pero a la vez una gran responsabilidad y una carga que llevar con paciencia y perseverancia.
"Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con ósculo santo" (vvss. 20).
No pueden saludarse los hermanos en distintos lugares sin que tengan conocimiento mutuo los unos de los otros, y aun más importante, interés y solicitud mutuos. En aquel entonces no había medios de comunicación rápida; sin embargo, al leer las epístolas nos damos cuenta de que los creyentes en lugares lejanos los unos de los otros tenían conocimiento de lo tocante a cada asamblea. Véase, por ejemplo, Ro. 16:3-16.
Con respecto a la manera de saludarse los del mismo lugar y los visitantes, un beso u ósculo señalaba el amor o amistad en aquel entonces. Pero entre los cristianos, el Apóstol insiste que sea "con ósculo santo." "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso" (Jer. 17:99The heart is deceitful above all things, and desperately wicked: who can know it? (Jeremiah 17:9)). Hay la tentación siempre presente de aprovechar la intimidad cristiana para satisfacer los deseos de la carne. En toda manifestación de amor cristiano, hay límites discretos y prudentes. ¿Conviene que los jóvenes y las señoritas se saluden con besos? ¿Conviene que los ancianos y las señoritas lo hagan? ¿Sería con ósculo SANTO?
Concedido que hay ocasiones raras cuando todos se besan o se abrazan, por ejemplo: "y cumplidos aquellos días, salimos acompañándonos todos, con sus mujeres e hijos, hasta fuera de la ciudad; y puestos de rodillas en la ribera, oramos. Y abrazándonos los unos a los otros, subimos al barco, y ellos se volvieron a sus casas" (Hch. 21:5, 6). Fue la última vez que aquellos hermanos de la ciudad de Tiro vieron al Apóstol Pablo y su compañía. Habían estado juntos siete días y los discípulos, por el Espíritu, amonestaban a Pablo que no subiese a Jerusalén. Pero él perseguía su viaje, y muy emocionados, se despidieron los unos de los otros en la playa después de la oración. En aquel momento, un apretón de manos no era suficiente para expresar los sentimientos de sus corazones.
Sin embargo, debemos tener muy en cuenta que nuestros corazones son más engañosos que todas las cosas. La voluntad de la carne puede meterse en medio de los ejercicios más santos. Entre otras virtudes, "el fruto del Espíritu es [...] templanza" (Gl. 5:22, 23). Un padre joven preguntó a un anciano: "¿Cómo se sabe si un beso es santo?" La pronta respuesta fue ésta: "Tu conciencia te lo dirá." Todo depende del estado espiritual del creyente: el que vive en el Espíritu andará también en el Espíritu, no dando rienda suelta en ningún momento a la carne.
"La salutación de mí, Pablo, de mi mano. El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. Maranatha. La gracia del Señor Jesucristo sea con vosotros. Mi amor en Cristo Jesús sea con todos vosotros. Amén" (vvss. 21-24).
A excepción de su epístola a los gálatas, Pablo no escribía sus cartas, sino empleaba un escribiente; pero las identificaba siempre mediante su firma o rúbrica (véase Ro. 16:22; Gl. 6:11; Col. 4:18; 218The salutation by the hand of me Paul. Remember my bonds. Grace be with you. Amen. <<Written from Rome to Colossians by Tychicus and Onesimus.>> (Colossians 4:18)ª Ts. 3:17).
No amar al Señor es una prueba definitiva de que una persona no solamente es inconversa, sino que no quiere al Hijo de Dios, no quiere creer el Evangelio de la gracia de Dios. Sea anatema o maldita. Nos parece que Pablo dudaba de que todos en la asamblea de Corinto, tan llena de pecados y faltas, fuesen arrepentidos y convertidos. Toda alma salvada ama al Señor Jesús.
Después de haber exhortado a los corintios acerca de tantas cosas entre ellos desagradables al Señor, el Apóstol les encomendó a la gracia del Señor Jesucristo y también expresó su amor en Cristo Jesús para con todos.
Ya hemos terminado de comentar sobre esta maravillosa epístola, según la gracia que nos ha sido dada. Otros lo han hecho también. "Los profetas hablen [o escriban] dos o tres, y los demás juzguen" (1ª Co. 14:29).
Hemos visto cómo los creyentes en el Señor Jesús en Corinto fueron reconocidos como la asamblea de Dios, a pesar de que había muchos pecados todavía no juzgados entre ellos; cómo Dios dio tiempo para el arrepentimiento; cómo las más sublimes verdades les fueron reveladas a fin de que reconociesen su bendito llamamiento y posición como cristianos y luego juzgasen todo cuanto no había de acuerdo con todo ello en su marcha y testimonio; cómo constituían miembros en parte del un Cuerpo de Cristo en el mundo entero; cómo Dios había impartido dones a la iglesia para su edificación, exhortación y consolación; cómo esos dones habían de ser ejercidos con amor y conforme a la guía del Espíritu Santo; cómo los muertos serán levantados y los cristianos vivos transformados todos en la venida de Cristo para los Suyos, para heredar el reino de Dios en cuerpos incorruptibles, inmortales y glorificados, cuerpos animados, no por la sangre, sino por el Espíritu de Dios ; y finalmente, los detalles que acabamos de considerar en el último capítulo.