Epístola a Santiago

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UN VERSÍCULO PARA MEMORIZAR
"¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?" Santiago 2:20
Esta epístola fue escrita a los judíos de las doce tribus que se hallaban dispersas, pero todavía vistos en su relación para con Dios como un remanente; aunque sin considerar a los incrédulos sino a aquellos que ya poseyeron la fe en Cristo, reconociéndole según el Espíritu como el verdadero Mesías.
Estos creyentes no entendían los principios en cuanto a la iglesia tal como fueron presentados por el apóstol Pablo. Como ellos se hallaban en medio de los israelitas que hicieron una mera profesión de fe, el apóstol veía la necesidad de exhortarles para que no se desviaran de esa ley de la libertad, que fue trazada en la senda señalada para el creyente verdadero.
Tentaciones no les faltaban a cada paso, pero la sabiduría precisa para esto se hallaba en Dios por la fe.
La corona de vida sería para aquel que soporta las pruebas de la vida cristiana.
No tenían que hacer acepción de personas, ni cometer adulterio.
El apóstol habla de tres cosas o leyes:
(a) "La ley de Dios", que si la ofendieran ellos en un punto, serían culpables de toda.
(b) “La ley real" amar al prójimo como a sí mismo.
(c)"La ley de la libertad", es decir juzgar nuestra conducta a la luz de la voluntad de Dios y la nueva naturaleza que poseemos por la fe. Un conocimiento intelectual de las cosas de Dios, no
vale nada. La fe produce las obras; pero sin fe no se puede hacer obras
que sean agradables a Dios.
Esta epístola sin duda fue escrita por Santiago (Jacobo) hijo de Alfeo (Hechos 1:13). Véanse también Mateo 10:3; Marcos 3:18; Lucas 6:15. No se conoce con seguridad la fecha en que fue escrita.
UN PENSAMIENTO PARA LA JUVENTUD
Santiago 4:11
"Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez" Muchas veces esperamos murmuraciones del mundo; pero cuando vienen de los mismos hermanos, es mucho más difícil aguantar. Aquí la Biblia nos prohíbe murmurar. Puede ser uno de los pasos en el camino para empezar actuando como juez sobre nuestros hermanos. Un cambio tremendo se efectuó en la vida de Moisés cuando aprendió esta lección, según lo que tenemos en Hechos 7:35: "A este Moisés, a quien habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?, a éste lo envió Dios como gobernante y libertador por mano del ángel que se le apareció en la zarza.” ¡Cuánto mejor fue la ayuda de Moisés como libertador en vez de juez! ¿Somos nosotros libertadores o jueces?