UN VERSÍCULO PARA MEMORIZAR
“Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos
siempre con el Señor.” l de Tesalonicenses 4:17
Tenemos en esta epístola la esperanza de la iglesia en toda la frescura de su afecto.
Los tesalonicenses eran paganos antes de conocer a Cristo, y en el capítulo 1 el apóstol Pablo habla de su fe, del trabajo de amor, y de la constancia en la esperanza en el Señor Jesucristo.
Luego, ellos ya convertidos, se distinguen por:
Su fe,
Su amor,
Su esperanza. (v. 3)
En el mismo capítulo, Pablo habla de ellos de cómo:
Os convertisteis de los ídolos a Dios,
Para servir al Dios vivo y verdadero,
Y esperar a Su Hijo de los cielos. (vv. 9,10)
Se ve, pues, en el testimonio de ellos los grandes tiempos o principios del discurrir de un cristiano, o de una iglesia local ejemplar, es decir la fe, el amor, y la esperanza, así en ese orden divino.
En el capítulo 2 se hace mención de la venida del Señor Jesús en conexión con el gozo y corona del apóstol representados por los santos ganados por el ministerio de él. Dice: “Vosotros sois nuestra gloria y gozo” (v. 20).
En el capítulo 3 él deseaba que sean confirmados sus “corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos” (v. 13)
El capítulo 4 describe en detalle el portentoso arrebatamiento de la iglesia: su encuentro con Cristo cuando venga.
El apóstol explica la diferencia entre el “día de Cristo”, la venida de Cristo para recibir a los santos en el aire, y el “día del Señor” en Su venida al mundo con ellos, al fin de la gran tribulación. Véase 2 Tesalonicenses 1:7-10.
UN PENSAMIENTO PARA LA JUVENTUD
1 de Tesalonicenses 3:12
“Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros.” Muchos van a comprender el amor mucho antes que la doctrina. El amor abre las puertas para el evangelio. El amor abre las puertas en los corazones de los hermanos desanimados. El amor entre nosotros nos permite aguantar mejor las persecuciones de este mundo. El amor no crece y abunda cuando nos ocupamos de las fallas de nuestros hermanos. El amor crece cuando estamos ocupados con Cristo y con la verdad que es “un hermano...por quien Cristo murió.” Esto nos provee otro punto de vista.