El tabernáculo era la morada de Jehová—el Dios de Israel. Estaba en el centro de las doce tribus, dando al oriente. La nube permanecía arriba, y la gloria siempre moraba adentro. A las naciones alrededor debe de haber parecido un edificio muy ordinario, más semejante a un gran ataúd que a la morada del Dios de Israel.
Cuando Moisés estaba en el monte con Dios, le fue enseñado un diseño del tabernáculo, y también recibió instrucciones para indicarle cómo hacer cada parte del mismo. En las instrucciones divinas no se omitió un sólo clavo ni una sola cuerda, y varias veces Moisés recibió la orden de seguirlas en todo (véanse Éxodo 25:40; 26:30; 27:8).
La casa era de Dios, y Él la ordenó. Moisés como fiel siervo obedeció. ¡Qué bueno sería en el día de hoy si todos los siervos de Dios recordasen que el Señor no ha sido menos cuidadoso en la edificación de su iglesia. Él ha dado el diseño divino y las instrucciones más minuciosas para enseñarnos cómo debe ser ordenada su casa en la tierra. Véanse, por ejemplo, las enseñanzas de la 1ª Epístola de Pablo a los Corintios y la de 1ª Timoteo. En estas epístolas la voluntad inalterable e irrevocable de Dios está revelada, y exige la obediencia de su pueblo hasta que venga.
El tabernáculo era la primera morada de Dios sobre la tierra. Él se paseaba buscando a Adán en el jardín de Edén. Él visitaba a Abraham en las llanuras de Mamre, pero no tenía morada allí. Pero en el tabernáculo, Él bajaba para habitar con Su pueblo (véase Éxodo 25:8). Su presencia llenaba el templo en la tierra (véase 2ª Crónicas 6:3-6), y cuando se pasó su día, el bendito Hijo de Dios bajó del seno del Padre. Se manifestó en carne. Leemos en Juan 1:14, "Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria." Quiere decir que la gloria de Dios era manifiesta en el templo de Su carne, Su cuerpo.
Después fue formada la iglesia—la segunda morada—una casa espiritual, un templo santo, edificada de piedras vivas. "Vosotros también, como piedras vivas, sois" (véase el v. 9) "edificados una casa espiritual" (1ª Pedro 2:5). Esta es la morada actual de Dios en la tierra, y ninguna casa de material, cual magnífica que fuera, puede pretender de ser "la casa de Dios." Él "no habita en templos hechos de mano" ahora, sino "donde están dos o tres" reunidos a su nombre, (al nombre del Señor Jesucristo), allí está "en medio de ellos" (Hechos 7:48; Mateo 18:20); y en un día no muy lejano cuando no habrá más tiempo, ni pecado ni muerte, cuando los trabajos y lágrimas de esta vida habrán pasado—el último adversario vencido—y Dios será todo en todos, entonces estará "el tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con ellos; y ellos serán su pueblo" (Apocalipsis 21:3).
TÍPICAMENTE, el tabernáculo señalaba a Cristo. "Cristo es el todo" (Colosenses 3:11). Las glorias de su Persona y obra se echan de ver en todas sus partes, desde el arca del testimonio dentro del velo hasta el más pequeño clavo y cuerda del atrio afuera. Esto será entendido más claramente a medida que miramos sus distintas partes. También el tabernáculo es una figura de la condición de la Iglesia de Dios en el mundo, (un desierto, hablando moralmente) pero no del mundo.